La sarna noruega es una forma especial de la sarna más “normal” que se caracteriza por el aspecto hiperqueratósico de las lesiones, que además pueden ser generalizadas, afectando incluso la cabeza y su elevada contagiosidad debido al número incontable de ácaros que surcan la piel del paciente. Se llama así, no porque se pille en los países escandinavos o en Ikea, sino porque esta variante fue descrita por primera vez por Danielsenn y Boeck en pacientes afectos de lepra lepromatosa en el año 1848. La principal complicación de la sarna noruega, también llamada sarna costrosa, es la sobreinfección bacteriana de las lesiones, ya que además se suele presentar en personas inmunodeprimidas. Precisamente la respuesta inmunitaria es la que varía en este tipo de sarna, ya que, mientras la respuesta inmune cutánea en la sarna convencional es a expensas de las células T CD4+, en la sarna noruega es principalmente a expensas de las células T CD8+, lo que conlleva a esa proliferación descontrolada del ácaro, que campa a sus anchas bajo la piel del pobre paciente.El hecho de que además se trate en muchas ocasiones de pacientes con trastornos cognitivos o que no pueden rascarse, junto al hecho de que las lesiones no son las típicas de sarna, puede conllevar retrasos importantes en el diagnóstico y, por tanto, en el tratamiento, lo que en no pocas ocasiones (sobre todo en pacientes insitucionalizados), explica brotes epidémicos que pueden costar mucho de controlar.
Hace sólo unos pocos meses Charbel Skayem y colaboradores publicaron un estudio prospectivo multicéntrico francés con 95 pacientes hospitalizados afectos de sarna costrosa en la revista Acta Dermatovenereologica, que os voy a resumir a continuación.
Los brotes fueron más frecuentes en los meses fríos, con dos picos claros, uno en octubre y otro en diciembre. La edad también es otro factor que llama la atención, con un elevado número de pacientes por encima de los 75 años. Un 15% estaban institucionalizados y casi un 17% eran personas sin hogar que vivían en la calle. Dos de cada tres pacientes habían visitado a otro médico, en una o varias ocasiones y hasta en un 43% de los casos se había documentado un diagnóstico erróneo (siendo el de “eccema” el más frecuente). El tiempo medio entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico fue de 3 meses (entre 3 semanas y 22 meses). El prurito era el síntoma referido por los pacientes en todos los casos y era generalizado en el 95% de los mismos. Se detectaron surcos en el 40%, pápulas en el 76%, nódulos en el 10% y vesículas en el 40%. Las lesiones hiperqueratósicas de la sarna noruega se localizaron en el 66% en las manos, 60% en genitales, 31% en pies, 48% en tronco y 23% en la cabeza (también se mencionan otras localizaciones).
Alas delta por doquier a la dermatoscopia |
La mayor parte de los pacientes tenían alguna comorbilidad. En el 63% recibían algún medicamento inmunosupresor (quimioterapia, azatioprina, micofenolato, metotrexato o rituximab, pero los corticoides eran los más frecuentes). El 31% tenían algún trastorno neurológico, 24% alcoholismo, 13% diabetes y un 12% alguna enfermedad dermatológica de base.
Respecto al tratamiento, el 91% de los pacientes recibieron una combinación de terapia sistémica (ivermectina oral) y tópica. Curiosamente el tratamiento tópico más utilizado (recordemos que es un estudio francés) fue benzoato de benzilo al 10% combinado con monosulfiram. La duración media del ingreso fue de 12 días y el 11,5% de pacientes tuvo alguna complicación relacionada con la infestación, siendo la más frecuente la infección bacteriana secundaria en el 8% de los pacientes, casi siempre por S. aureus, pero también por S. pyogenes o E. coli, con casos de erisipelas e incluso sepsis. En 4 pacientes se desarrollaron enfermedades ampollosas (penfigoide ampollar) y en dos casos, vasculitis. Tres pacientes fallecieron durante el ingreso por sarna (uno por insuficiencia renal aguda, otro por hipoglicemia y un tercero por una sepsis).
El culpable de todo (test de Müller) |
Bueno, la pobre Perpetua precisó varias tandas de ivermectina y permetrina y al final, conseguimos solucionar el problema con vaselina azufrada. Curiosamente su hija no presentó signos de infestación en ningún momento (aunque tuvo que realizar el tratamiento igualmente) y parece ser que el origen se encontraba en el centro de día, donde se documentaron varios casos de escabiosis.
Hoy cambiamos un poco de ambiente y terminamos con este vídeo de las islas del norte. Nos vamos al frío.
Winter Islands from Tim Kellner on Vimeo.