Pero como comentamos, esta semana el problema no era poner nombre a la dolencia de nuestro paciente, sino proporcionarle un tratamiento satisfactorio. Aquí es donde empiezan las complicaciones, ya que, aunque las verrugas víricas son un problema más que frecuente en la población general (no sólo en niños), si somos médicos serios y escrupulosos con la evidencia científica, resulta que, pese a existir múltiples opciones terapéuticas, sólo la crioterapia “agresiva” y el ácido salicílico tópico (los queratolíticos de toda la vida) son algo superiores frente al placebo en la resolución de estas lesiones. Evidentemente otros tratamiento destructivo mediante electrocoagulación o láser ablativo sería otra opción, pero a plantear sólo si estamos ante una o muy pocas lesiones.
Verrugas de localización periungueal |
En realidad la mayor parte de estos “tratamientos” se basan en que muchos de ellos son potencialmente irritantes o sensibilizantes (y ya se sabe que a las verrugas no les gusta que se las moleste). Pero siempre hay que tener presente que a veces hasta la planta más inofensiva puede producir una dermatitis alérgica de contacto severa (y casi con seguridad se curará la verruga pero a costa de más sufrimiento del necesario). ¿Y los medicamentos? Pues también pueden dar problemas, desde ser demasiado agresivos con la crioterapia (amén del dolor que provoca), hasta una sensibilización al adhesivo de los parches de ácido salicílico. Aquí ningún tratamiento está exento de riesgos, pero cuando sea el látex de la higuera el que nos provoque una fitofotodermatitis seguro que no vamos a la abuela a pedirle explicaciones.
Siempre es complicado entrar a valorar la eficacia terapéutica de procesos benignos y por definición autolimitados. El efecto placebo y la sugestión son bastante poderosos en estos casos, y las verrugas son el paradigma. Yo misma he llegado a constatar la remisión espontánea de lesiones en niños que no han recibido ningún tratamiento y no soy ninguna bruja (me estoy sacando el título, pero hay dos asignaturas que se me resisten).
¿Y qué hicimos con Dani? Pues lo primero, lo más obvio: intentar que no se muerda las uñas ni se manipule las lesiones (más fácil de decir que de llevar a cabo, la verdad). Lo de que las verrugas se autocontagian cuando sangran es una chorrada (el virus está en la piel, no en la sangre; la “verruguemia” es negativa, tranquilos), pero los pequeños traumatismos sí que favorecen la inoculación, y esto es especialmente evidente cuando las lesiones se localizan en la zona periungueal. Para acabarlo de complicar, una crioterapia o cualquier otro tratamiento demasiado agresivo en la base de la uña puede dañar la matriz ungueal y terminar provocando una onicodistrofia secundaria que puede ser persistente (pero la sola presencia de las verrugas también la puede producir, así que es difícil basarse en eso para tomar una decisión).
Así que lo primero que hay que decidir es, una vez más, si vale la pena o no tratar. Y como que en este caso las verrugas se nos estaban yendo de las manos, empezamos a hacerlo mensualmente con sesiones de crioterapia (no todas las lesiones a la vez) y paulatinamente, las lesiones se terminaron resolviendo (quizás por aburrimiento). Lástima que no tenga foto post-tratamiento para enseñaros.
No sé si os he resuelto las dudas, podría extenderme mucho más pero si queréis datos os remito a estos meta-ánálisis.
Eso sí: advierto que cualquier comentario en el blog del tipo “pues a mi hijo le puse sangre de unicornio y se le fueron todas” no será publicado si no se acompaña de un estudio serio que respalde ésta o cualquier afirmación (no es censura; se llama ciencia).
Y hablando de verduras y otras plantas me he acordado de este vídeo, grabado en stop-motion. Tardaron 3 días en grabar estas imágenes de mandalas hechas con semillas de café, arroz, granos de pimienta, etc.
The Soil & The Sun - "Prolegomenon" from It's just nice. on Vimeo.