29 abril 2023

Granos y manchas

Ahora que Binata había conseguido mejorar muchísimo su acné, sólo había otra cosa que le preocupara: las manchas que le habían quedado en la cara, donde antes había tenido los granos, así que aprovechó para preguntarnos qué podía hacer al respecto.


Binata tenía 21 años, ninguna enfermedad, tomaba anticonceptivos y, aunque originaria de Senegal, hacía ya muchos años que vivía en España, trabajando en temporada alta como camarera en la terraza de un restaurante. Con un fototipo VI, en su vida había utilizado un fotoprotector. Por eso se extrañó un poco cuando le recomendamos una crema para el sol, entre otras cosas.

Pero el tema de esta semana, más allá del diagnóstico y de las opciones de tratamiento de esa hiperpigmentación postinflamatoria, consecuencia del acné, es si las personas de piel negra deben (o no) utilizar cremas fotoprotectoras. Porque parecerá una tontería, pero es algo que puede generar ciertas dudas. Y para esto estamos aquí: para aclarar dudas y resolver enigmas. Así que aquí os espero el próximo miércoles. Mientras, poneos cremita.

Senegal from Cromwell Films on Vimeo.

26 abril 2023

Síndrome del pie caliente por Pseudomonas

¿Os acordáis de los pies de Serena, con su hidradenitis ecrina palmoplantar? Pues bien, Francesca no tenía eso exactamente, pero hay que reconocer que se le parecía un montón. Lo que le pasaba a Francesca se llamaba síndrome del pie caliente por Pseudomonas (hot foot syndrome), una curiosa infección cutánea descrita por primera vez en el año 2001, producida por Pseudomonas aeruginosa, que se presenta clínicamente de manera prácticamente idéntica a la hidradenitis ecrina palmoplantar. Tanto es así, que existe un debate sobre si es o no la misma entidad (aunque el hecho de que el bicho en cuestión tenga un papel etiológico hace que se trate como enfermedades distintas). Y aprovecho aquí para recordar que “Pseudomonas” es como “gilipollas”, que aunque sea en singular, se escribe con “s” final.

Los pies de Francesca, 10 días más tarde
Se cree que las glándulas ecrinas en los niños son funcionalmente inmaduras y que, en situaciones de trauma mecánico, fricción y temperaturas elevadas, se afectarían fácilmente. Seguramente por este motivo la hidradenitis ecrina palmo plantar es más frecuente en los meses cálidos. Si además hay una Pseudomonas de por medio, ya tenemos el llamado “pie caliente”, que puede doler un poco más y, si tenemos suerte y vemos alguna pústula, nos puede crecer la bacteria en un cultivo, como pasó en el caso de Francesca. Habitualmente la principal diferencia es que suele producir brotes comunitarios, casi siempre en piscinas y suelos de vestuarios o gimnasios. El hecho de que Francesca utilizara ella sola el vestuario seguramente explicaba que sólo le hubiera pasado a ella y no a ningún otro compañero de equipo.

Sea como fuere, Francesca tuvo la suerte de que le atendió el Dr. Joan Francesc Mir-Bonafé, uno de mis compañeros en el hospital, quien conocía perfectamente la entidad, confirmándose la infección tras un cultivo de una de las pústulas. En cualquier caso, más allá del acierto diagnóstico (que sí da tranquilidad a la paciente y a su familia), este cuadro se resuelve espontáneamente en 2-4 semanas y casi nunca es necesario pautar tratamiento antibiótico. Sí que deberemos recomendar la desinfección del lugar (o de las aguas de la piscina, si fuera el caso). Y, evidentemente, el consejo de llevar chanclas en esas zonas comunes, como los vestuarios de las zonas deportivas.

Quizá lo más relevante de este cuadro es diferenciarlo de otras enfermedades que se le pueden parecer, ya que no es raro que un paciente pediátrico nos consulte por nódulos dolorosos acrales. Los principales diagnósticos diferenciales que deberemos tener en cuenta incluyen: la urticaria traumática plantar (brotes recidivantes de máculo-pápulas eritematosas plantares, pruriginosas o dolorosas, que aparecen horas después de una actividad física intensa); el eritema nodoso plantar infantil (que cursa con nódulos muy dolorosos, generalmente precedidos de alguna infección o ingesta de medicamento y que se resuelven de forma más lenta, dejando hiperpigmentación postinflamatoria), la perniosis (más en invierno, en su día también asociado al COVID-19) y la hidradenitis ecrina palmoplantar, idéntica, pero de manera aislada y sin la implicación de ninguna bacteria.

Nuestro compañero volvió a visitar a Francesca 10 días más tarde, las lesiones habían mejorado mucho y el dolor había remitido por completo sólo con tratamiento sintomático (ibuprofeno). Desde aquí nuestro agradecimiento por compartir este interesante caso.

Me despido con este vídeo, un timelapse del suroeste de los Estados Unidos de América, con paisajes que no se terminan nunca. Hasta el sábado.

Southwest USA Timelapses from Timelapse Mexico on Vimeo.

22 abril 2023

Me duelen las plantas de los pies

Eso fue lo que nos dijo Francesca nada más entrar a la consulta. Nos la enviaban desde urgencias de pediatría por la aparición, tres días atrás, de múltiples nódulos eritemato-violáceos, muy dolorosos, en las plantas de ambos pies, que le impedían caminar con normalidad. Si nos fijábamos con más atención también pudimos observar alguna pequeñísima pústula en la superficie de esos nódulos dolorosos. Aparte de la molestia evidente, en ese momento Francesca se encontraba bien y no tenía lesiones similares, ni de otra índole, en otras localizaciones, incluidas las palmas de las manos, pero los padres nos explicaron que hacía dos días tuvo un episodio puntual de fiebre (38ºC) y malestar que se resolvieron con paracetamol.


Francesca es una niña de 11 años, perfectamente sana, que practica deporte con regularidad. De hecho, hace poco ha empezado a jugar a fútbol en un equipo mixto y le encanta, aunque como que es la única chica, tiene que usar un vestuario separado.

Pues ya tenéis el caso pediátrico de este mes. Os dejo pensando y regreso el miércoles con la respuesta. Rápido, que Francesca tiene que volver a entrenar cuanto antes.

¿Os gusta el fútbol?

Soccer Girl from Jonathan Fraser on Vimeo.

19 abril 2023

La dermatoscopia de las queratosis actínicas pigmentadas

Evaluar las lesiones pigmentadas de la cara no siempre es sencillo, sobre todo en pacientes con daño solar crónico. Está claro que el dermatoscopio va a ser nuestro principal aliado en la práctica clínica cotidiana, pero aún así a veces es complicado diferenciar una queratosis seborreica plana de un léntigo solar, una queratosis liquenoide benigna o incluso una queratosis actínica pigmentada o un léntigo maligno. Además, hay que tener en cuenta que las lesiones pigmentadas en la cara se caracterizan por la presencia de un pseudorretículo pigmentado, consecuencia de una menor cantidad de crestas interpapilares y un mayor número de estructuras anexiales en esa localización, así que cuando evaluamos lesiones pigmentadas en la cara debemos cambiar el “chip” para no meter la pata.

Aspecto después del tratamiento (6 meses)
Si os interesa el tema podéis revisar este artículo de Kelati en Actas Dermosifiliográficas (2017) o este otro, algo más antiguo, de Ciudad también en Actas (de donde he adaptado la tabla que encontraréis a continuación). En este otro, Micantonio propone en European Journal of Dermatology (2018) un algoritmo para ayudar a diferenciar la queratosis actínica pigmentada del léntigo maligno.

Imagen dermatoscópica (antes del tratamiento)
El hallazgo dermatoscópico más frecuente es una granulación marrón-gris de distribución perifolicular, así como estructuras romboidales y un patrón anular-granular (que se corresponden con la presencia de agregados de melanina y macrófagos en la dermis papilar). Se ha descrito un pseudorretículo pigmentado de color marrón grisáceo, que se corresponde histológicamente con la hiperpigmentación del estrato de Malpighi, interrumpido por las salidas foliculares. Otra estructura, como el borde apolillado, típica del léntigo solar o de las queratosis seborreicas, también se ha descrito en algunas queratosis actínicas pigmentadas. En cambio, si vemos aperturas foliculares asimétricamente pigmentadas, deberemos sospechar que nos encontramos ante un léntigo maligno en una fase inicial, que traducen la invasión de los melanocitos neoplásicos en los folículos pilosos. Además, los puntos y glóbulos perifoliculares de las queratosis actínicas pigmentadas suelen ser más regulares en cuanto a tamaño, color y distribución respecto al léntigo maligno. Otro dato a favor de lesión maligna es al presencia de un anillo hiperpigmentado alrededor de las aperturas foliculares.

Hallazgos dermatoscópicos de las lesiones pigmentadas faciales

En resumen, la interpretación de las lesiones pigmentadas faciales no es sencilla, pero con un poco de entrenamiento el dermatoscopio nos puede ayudar muchísimo a tomar decisiones. Hoy lo dejamos aquí. Ánimo, que ya queda menos para el fin de semana.

Pese a todos los algoritmos, a veces seguimos dudando, y a Fabiola le tomamos dos biopsias en diferentes momentos, confirmándose el diagnóstico de queratosis actínica pigmentada. Finalmente, decidimos realizar un poco de crioterapia superficial que hizo que la lesión remitiera y, al menos dos años más tarde, no ha vuelto a aparecer.

Hoy viajamos con este vídeo a Cappadocia, porque ya no nos acordamos del terrible terremoto que asoló Siria y Turquía, y eso que sólo hace tres meses. Hasta el sábado.

Frozen Cappadocia - In Memory of all Earthquake Victims in Türkiye and Syria from Dennis Schmelz on Vimeo.

15 abril 2023

Una mancha marrón en la cara

Fabiola, como tantos otros pacientes esa mañana, venía “a mirarse las manchas” y, como casi siempre, centramos nuestra atención en una de ellas que había pasado inadvertida por la paciente, en vez de las que a ella le llamaban más la atención (léntigos solares y queratosis seborreicas).

La mancha en cuestión no le molestaba en absoluto. Tampoco sabía desde cuando la tenía, no se había fijado, pero seguro que más de un año. Nunca le había sangrado, picado ni se había puesto roja, así que no le había hecho mucho caso. Se trataba de una lesión sobreelevada de aproximadamente 1 cm, en la zona paranasal derecha, que se palpaba levemente, de color marrón claro y bordes imprecisos, aunque con el dermatoscopio se delimitaba bastante mejor.


Imagen dermatoscópica de la lesión
Fabiola tenía 70 años y pocos problemas de salud. Operada de cataratas, una hipertensión bien controlada con enalapril, algo de colesterol que controlaba con la dieta y la artrosis, que era lo que más le incordiaba en su día a día. Nunca había tenido ningún problema importante en la piel y, de hecho, era la primera vez que visitaba un dermatólogo. Siempre había trabajado haciendo las tareas del hogar, aunque de muy jovencita estuvo trabajando largas temporadas en el campo, en su tierra natal.

Así que ahora nos toca a nosotros mover ficha (pongo una de las imágenes dermatoscópicas que comentaremos el próximo día). ¿Qué hacemos? ¿Pasamos al siguiente paciente? ¿Crioterapia? ¿Cremitas? ¿Una biopsia para asegurar? ¿O directa al quirófano? Son muchas preguntas, que trataremos de responder el próximo miércoles, así que no os vayáis muy lejos. Mientras, os dejo este vídeo de Escocia, con paisajes alucinantes.

100 Places in Scotland. How many have you been to? from John Duncan on Vimeo.

12 abril 2023

El lipoma del costalero y el resultado del sorteo

Confieso que soy una ignorante del mundo de las procesiones de Semana Santa y de todo lo que la rodea, más allá de la parte gastronómica que me toca por geografía (“panades, crespells i robiols”). Por eso me sorprendió cuando vi que Manu lucía ese lipoma con verdadero orgullo (estoy más acostumbrada a que la gente se los quiera quitar, la verdad). Incluso le hice una ecografía en la consulta, simplemente para comprobar que, efectivamente, se trataba de un lipoma, que era lo que parecía a simple vista. Luego, hablando con Manu, me explico que lo llamaban “morrillo” o “callo” del costalero, aunque de callo no tenía nada, ya que la piel que recubría la lesión era estrictamente normal.


Aunque en este blog ya hemos hablado de los lipomas, vale la pena recordar algunos aspectos de estas lesiones tan habituales, y es que los lipomas subcutáneos superficiales constituyen las neoplasias de tejidos blandos más frecuentes. Consisten en adipocitos maduros atrapados entre septos fibrosos, y se presentan como nódulos blandos subcutáneos, normalmente no dolorosos, cuyo tamaño suele oscilar entre 1-10 cm. Aparecen más frecuentemente en el tronco y extremidades superiores (pero en realidad pueden salir en cualquier parte) y suelen ser redondos, ovalados o multilobulados. Aunque el liposarcoma existe, es rarísimo, en contraposición a los lipomas, aunque ojo con las lesiones induradas o de rápido crecimiento.

El diagnóstico es clínico en la mayoría de los casos, y la ecografía puede ser de gran ayuda en los casos dudosos. El principal diagnóstico diferencial se establece con los quistes epidérmicos, también muy frecuentes en la población general, que a menudo tienen un orificio central visible (por el que en ocasiones sale la queratina) y que, a diferencia de los lipomas, se pueden inflamar y sobreinfectar.

El tratamiento de un lipoma es quirúrgico, y puede estar indicado cuando, por su tamaño o localización, ocasionan molestias.

Pero el caso de Manu era diferente (recordemos que su lipoma ni siquiera era motivo de consulta). En el caso de los costaleros, un lipoma cervical, aparte de ser un mecanismo protector de toda esa zona, que soporta un gran peso durante mucho tiempo, es algo que (aunque no sucede en todos los casos), desde luego parece que otorga una cierta categoría y prestigio, así que, salvo que originen molestias, no suelen ser motivo de consulta. Así que dejamos a Manu con su morrillo y nosotros seguimos con lo nuestro.

Y hoy toca dar el ganador del sorteo del lote de productos de Cantabria Labs. Se trata de Saray Calderón, así que enhorabuena! (por favor, contacta conmigo a través del mail).

Y como que me ha entrado hambre, el vídeo de hoy es la receta de los "robiols" de Mallorca. ¡Bon profit!


08 abril 2023

Un bulto en el cogote, Semana Santa y un nuevo sorteo

A ver, que Manu, un paciente de 41 años, venía por otra cosa. Lo habían derivado por una queratosis seborreica que tenía en el costado derecho. No le molestaba y medía menos de 1 cm, pero como que era de color marrón oscuro, su médico tenía dudas de que no fuera otra cosa más importante. Esa duda la solventamos rápidamente con el dermatoscopio, pero cuando aprovechamos para explorarle el resto de lesiones pigmentadas, no pudimos evitar fijarnos en una prominencia en la parte posterior del cuello, de tamaño considerable, subcutánea y sin alteración de la piel suprayacente. Era una lesión única, y ante nuestra evidente curiosidad, Manu nos contestó con orgullo que era sevillano, y por ende, costalero, y que era un “morrillo”, que por lo visto es algo que te da una cierta categoría si eres costalero.


Pero, ¿qué es un “morrillo” en realidad? Y lo más importante, ¿tiene alguna significación patológica? ¿Hay que quitarlo, o no es necesario? Porque ya os adelanto que Manu no quiere saber nada de extirpaciones.

Esta semana toca sorteo, así que mucha suerte.

Pues nada, este es el caso (fácil) de Semana Santa, pero antes de irnos a disfrutar de estos días de fiesta, esta semana vamos a aprovechar para celebrar un sorteo entre todos los que comentéis este post (un comentario por persona, y poned nombre o nick), de este fabuloso lote de productos de Cantabria Labs que seguro os vendrán bien. Tenéis hasta el martes 11 de abril a las 22h para participar (os recuerdo que los comentarios están moderados, no os pongáis nerviosos si no veis publicado el vuestro de manera inmediata) y el miércoles día 12, con la respuesta al caso de esta semana, daremos el nombre del ganador. Estad atentos porque necesitaré que me comuniquéis nombre y dirección para el envío del regalo. Mucha suerte a todos y felices vacaciones.

Adivinad de qué va el vídeo de hoy...

Semana Santa Sevilla! from Michael Brooks on Vimeo.

05 abril 2023

Dermatitis de estasis: “Estasis” con “s”, no con “x”

Porque tener una dermatitis de estasis no es que te deje muy “extasiado”, que digamos. Así que “estasis”, con “s” y sin tilde, y todos contentos. Y después de este matiz ortográfico, hoy toca hablar justo de eso, porque, como casi todos habréis acertado, Guadalupe tenía una dermatitis de estasis, que también se conoce como eccema venoso, eccema de estasis o dermatitis gravitacional, que típicamente afecta las piernas de personas mayores (o no tanto). Hoy nos hemos centrado en este reciente artículo de G. Yosipovitch publicado el mes pasado en American Journal of Clinical Dermatology.

La dermatitis de estasis es un problema frecuente cuya incidencia se incrementa con la edad, siendo más habitual en mujeres. Geográficamente se ha reportado más en países occidentales, con tasas de prevalencia muy variables según los diferentes estudios (6,2% en > 65 años). También hay que destacar que alrededor del 40% de personas con úlceras en las piernas tienen además dermatitis de estasis, con lo que ya nos podemos ir imaginando que es una de sus complicaciones más relevantes.

Detalle de las lesiones de Guadalupe
La presentación típica es en forma de un eritema y placas eccematosas pobremente delimitados en las piernas, siendo la región maleolar la más afectada habitualmente. La naturaleza eccematosa de esta dermatitis viene representada por descamación, eritema y piel de aspecto xerótico, cambios que se extienden desde el dorso del pie hasta la rodilla. ¿Y de qué se quejan los pacientes que la sufren? Pues básicamente de prurito, dolor, inflamación, engrosamiento de la piel y cambios en la pigmentación. El picor es el principal síntoma, lo que más les molesta, y debemos tener en cuenta que el rascado contribuye a agravar la dermatitis y a incrementar el riesgo de sobreinfección. Además, el rascado crónico conlleva una liquenificación secundaria. La hiperpigmentación es el resultado del depósito de hemosiderina a partir de los hematíes extravasados, lo que también constituye una manifestación típica de cronicidad. Además, la dermatitis de estasis puede asociarse a otras presentaciones de la patología venosa crónica, como calambres, dolor, edema y lipodermatoesclerosis. Debido a la disrupción de la barrera epidérmica, también son frecuentes las infecciones secundarias, como impétigo, erisipela y celulitis. Además, si la insuficiencia venosa subyacente no se trata, el paciente puede desarrollar úlceras venosas con eritema y supuración. Clínicamente, es importante diferenciar entre la dermatitis de estasis aguda y la crónica. La aguda se caracteriza por un edema brusco (o empeoramiento de un edema preexistente), con mucho eritema, ampollas y exudado, mientras que en los casos crónicos predomina la hiperpigmentación y el edema crónico (aunque estos pacientes pueden experimentar empeoramientos agudos de sus lesiones). Es muy frecuente que, sobre todo en la variante aguda, pero también en la crónica, estos pacientes sean erróneamente diagnosticados de celulitis bilateral y sometidos en muchas ocasiones a innecesarios tratamientos antibióticos. En casos crónicos, la paniculitis fibrosante del tejido celular subcutáneo conduce a la lipodermatoesclerosis, con la típica imagen en “botella de champán invertida”, ya comentada en este blog hace tiempo.

Con todo esto ya nos queda bastante claro que la dermatitis de estasis es una enfermedad frecuente que impacta mucho sobre la calidad de vida de quienes la sufren, y si además tenemos en cuenta el impacto de las úlceras venosas tanto para el paciente como para el sistema sanitario, nos podemos imaginar la magnitud del problema (las enfermedades venosas crónicas representan el 1-3% del total del presupuesto sanitario de un país), con un montón de profesionales implicados (médicos de familia, enfermeras, cirujanos vasculares, dermatólogos y geriatras, entre otros).

Se han descrito diferentes factores de riesgo para el desarrollo de dermatitis de estasis, que incluyen edad avanzada (siendo rara antes de los 50 años), género femenino, embarazo, obesidad, periodos prolongados estando sentado o de pie, insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial, insuficiencia renal, edema crónico, venas varicosas, trombosis venosa profunda, heridas en las piernas, cirugía de varices y antecedentes familiares de patología venosa.

El diagnóstico no suele ofrecer mucho problema, y se basa casi siempre en la anamnesis y en la exploración física. Si no lo tenemos claro, el eco doppler nos puede ayudar a valorar el reflujo venoso o detectar potenciales obstrucciones. El diagnóstico se podría confirmar mediante una biopsia, que casi nunca es necesaria, ya que además la herida de la biopsia se puede convertir en una úlcera crónica. Como decíamos antes, uno de los principales diagnósticos diferenciales es la celulitis infecciosa (se estima que un 10% de diagnósticos de celulitis son incorrectos, tratándose en realidad de dermatitis de estasis). ¿Una celulitis bilateral sin fiebre ni leucocitosis? Dudadlo… Y aunque la dermatitis de estasis puede ser unilateral, tampoco es lo más habitual. También deberemos tener en cuenta que la dermatitis alérgica de contacto es más frecuente en estos pacientes, por esa alteración en la función barrera de la piel y la exposición a múltiples tratamientos tópicos, hecho que puede complicar un poco el diagnóstico, si no lo pensamos. Otras dermatosis que pueden confundirnos son las dermatosis purpúricas pigmentadas, la dermatitis atópica, dermopatía diabética o eccema xerodérmico.

La patogénesis se resume en un reflujo venoso que conduce a una hipertensión venosa, a resultas de unas válvulas venosas incompetentes, obstrucción del flujo venoso o fallo del sistema de bombeo muscular de la extremidad inferior, lo que puede presentarse tanto en el sistema venoso superficial como en el profundo. También es importante entender que es la inflamación la que provoca los cambios cutáneos característicos en esta enfermedad (por el acúmulo de leucocitos en la microcirculación de las piernas de estos pacientes). Además, se sabe que el prurito de la dermatitis de estasis probablemente no es histaminérgico (poco hacen los antihistamínicos), sino que tiene relación con otros mediadores, como la IL-31.

Terminamos con un rápido repaso al tratamiento, sin olvidarnos de las medidas generales, que incluyen ejercicio físico, caminar y elevación de las piernas, eficaces en los casos más leves. Pero la piedra angular del tratamiento sigue siendo la terapia de compresión, precisando presiones altas de 60 mm Hg o medias de 30 mm Hg, para reducir la hipertensión venosa. Lo malo de estas medidas es la incomodidad para el paciente, con lo que la baja adherencia a las mismas hace que no sean tratamientos muy populares. Además, es difícil aplicar estas medidas de manera adecuada sin el consejo de un buen profesional (de nuevo, pon a una enfermera en tu vida, y si puede ser, una que tenga especial interés en el tema).

Donde los dermatólogos quizá tengamos algo que decir en este tema es en el tratamiento tópico de la dermatitis de estasis, aunque tenemos que dejar claro que de poco va a servir si no se hace hincapié en el origen del problema, pero sí que puede tener utilidad en el alivio de los síntomas que provoca (que no es baladí). Las recomendaciones generales incluyen todo aquello que sirva para restaurar la barrera cutánea: limpiadores syndet, emolientes y cremas barrera. Los corticoides de potencia media o alta se utilizan (en periodos intermitentes) para aliviar el prurito y la clínica inflamatoria y si se toleran (aunque fuera de ficha técnica), el tacrolimus también puede ser útil.

Los tratamientos sistémicos también pueden tener su indicación en estos pacientes, habitualmente utilizados por médicos de familia y cirujanos vasculares. La pentoxifilina (asociada o no a terapia compresiva), escina (un flebotónico fitoterápico) y los hidroxi-etil-rutósidos obtienen resultados variables según los diferentes estudios. Ya hemos dicho que los antihistamínicos poco hacen en el control del prurito y, evidentemente, ante la presencia de infecciones secundarias deberemos utilizar antibióticos. También conviene estar atentos a si estos pacientes están utilizando bloqueadores de los canales del calcio (como el amlodipino), ya que el edema es un efecto colateral relativamente frecuente en estos pacientes, debido a una disminución de la resistencia arteriolar, sobre todo cuando se usa en monoterapia. La sustitución por otro antihipertensivo puede resolver más de una papeleta.

Por último, no nos olvidemos de los tratamientos intervencionistas, con el objetivo de reestablecer el flujo venoso, desde la escleroterapia a la flebectomía, aunque no siempre es fácil el acceso (al menos en el colapsado sistema público) a Cirugía Vascular por este motivo.

Y en un futuro, parece que el crisaborol tópico (un inhibidor de la fosfodiesterasa 4) puede jugar un papel importante en el control de la inflamación de estos pacientes.

Hoy lo dejamos aquí, nos hemos alargado mucho y ya llegará el momento de hablar del tratamiento de las úlceras venosas, pero no será esta semana. Hasta el sábado, que es Semana Santa, pero Dermapixel no para ni en vacaciones. Nos despedimos con este vídeo grabado con drones en París.

Paris: The last drone aerials from Timelab Pro on Vimeo.

01 abril 2023

Piernas rojas e hinchadas

Era la primera vez que iba a un dermatólogo, pero Guadalupe llevaba ya muchos años con problemas en sus piernas. Las tenía hinchadas, se le ponían rojas y, encima, le picaban un montón. Para rematarlo, después se le quedaban unas manchas marrones que cada vez se oscurecían más, y así todo el rato desde hacía más de 10 años. Ahora tenía 69, pero las piernas no eran su único problema de salud. Era hipertensa (tomaba un montón de pastillas y aún así, tenía la tensión descontrolada), tenía el colesterol alto, reflujo gastro-esofágico por una hernia de hiato y un síndrome ansioso-depresivo que tampoco ayudaba a sobrellevarlo mejor. Quizá el tabaco y su enfermedad pulmonar obstructiva crónica tampoco ayudaran, pero hoy estaba en la consulta de dermatología para ver si podíamos darle algún tratamiento para mejorar el picor y las manchas, que cada vez iban a más.


¿Qué pensáis? ¿Podemos ayudar a Guadalupe? ¿Qué nombre le ponemos a esta entidad? ¿Necesitamos alguna prueba o está todo claro? Bueno, yo os dejo pensando con el primer caso de abril (la solución, en este enlace). Hoy nos vamos al cielo de Tenerife con este vídeo.

El Cielo de Canarias / Canary sky - Tenerife from Daniel López on Vimeo.