28 octubre 2023

Un caleidoscopio en la piel

Marc Corbacho es un compañero dermatólogo que hoy nos envía estas imágenes tan llamativas que tomó mientras estaba trabajando en la isla de Lihir, en Papúa Nueva Guinea, en un ensayo comunitario. Por las circunstancias no tenemos muchos más datos clínicos, salvo que las fotos correspoden a un niño de unos 10 años de edad, originario de esa isla perteneciente al archipiélago Bismarck, con estas lesiones descamativas circinadas que ocupaban prácticamente la totalidad de su piel, cara incluida, respetando sólo palmas y plantas y que además eran pruriginosas.

Este niño no era el único con estas extrañas lesiones, y Marc pudo constatar que otros muchos niños (y adultos) tenían lesiones superponibles. Es una imagen tan curiosa que permite llegar al diagnóstico, y por esto, gracias a la generosidad del Dr. Corbacho, me permito traéroslo hoy aquí, después del miniparón vacacional. La respuesta, como siempre, el próximo miércoles.
Hoy os dejo con este vídeo, Warm Waters. Da un poquito que pensar...

WARM WATERS from vladsokhin on Vimeo.

11 octubre 2023

El lupus y sus alopecias

El lupus eritematoso (LE) es una enfermedad autoinmune crónica multisistémica con un espectro muy amplio de presentaciones clínicas. La piel es una de las dianas más relevantes de la enfermedad y, junto con el pelo, nos puede ayudar en la  valoración, clasificación e, incluso, en la predicción de una posible eventual sistémica. La piel y el pelo están a la vista, pero también tenemos que saber interpretar lo que ven nuestros ojos.

Ya hemos repasado en este blog algunos casos de lupus eritematoso y su clasificación, como este de lupus subagudo, o este otro, de un lupus tumidus. Pero, ¿qué tiene que ver el pelo con el lupus? Lo cierto es que la pérdida de pelo es un hallazgo frecuente en los pacientes con LE sistémico, hecho que se produce en más del 50% en algún momento de su evolución. Pero que exista una alopecia no es sinónimo de que ésta tenga una relación directa con el lupus y, en ocasiones, se trata de alguna otra patología. Determinar si la pérdida de cabello tiene relación o no con la enfermedad es relevante, ya que puede hacer que clasifiquemos al paciente de manera distinta y eso puede tener implicaciones pronósticas y terapéuticas. En la última revisión del SLICC (Systemic Lupus International Collaborating Clinics) la alopecia no cicatricial se ha incorporado en los criterios por su especificidad en el LES, aunque claro, antes tendremos que excluir otras causas de alopecia no cicatricial. Un lío que Josef S. S. Concha nos aclaran un poco más en este artículo de revisión en Lupus Science & Medicine (2018).


La alopecia específica del lupus eritematoso siempre se ha relacionado con el lupus discoide (LEDC), que es típicamente una alopecia de tipo cicatricial (aunque en fases muy precoces puede no ser así). Pero el LE agudo, el LE subagudo y el LE tumidus también pueden ocasionar alopecias específicas, en este caso de tipo no cicatricial. Pero los pacientes con lupus también pueden presentar otros tipos de alopecias, como el denominado “pelo de lupus” o la alopecia areata. Por último los pacientes con lupus pueden presentar, como cualquiera, un efluvio telógeno o un efluvio anágeno, que no tendrían relación con la enfermedad.

El diagnóstico diferencial de las alopecias cicatriciales, en ese contexto, incluye un liquen plano pilar, la alopecia frontal fibrosante, la alopecia cicatricial central centrífuga, la pseudopelada de Brocq y los estadios finales de una tiña capitis. En cambio, si nos encontramos ante una alopecia no cicatricial, debemos descartar la alopecia androgénica, la alopecia areata, la tricotilomanía, la alopecia sifilítica y estadios iniciales de una tiña capitis.

Serafina fue diagnosticada de una alopecia cicatricial en el contexto de un lupus eritematoso discoide crónico tras la realización de una biopsia el día de la primera visita. El resto de exploración, así como la analítica, fueron normales. La verdad es que clínicamente parecía un liquen plano pilar, pero la biopsia no hizo dudar al patólogo.

La alopecia cicatricial del lupus discoide es una manifestación específica del lupus cutáneo, así que a continuación repasaremos sus principales características. El cuero cabelludo es la localización más frecuente del lupus eritematoso discoide, y se presenta en el 30-50% de los casos descritos. En las fases más precoces, las lesiones son levemente inflamatorias y de aspecto no cicatricial. Sin embargo, hasta el 60% de los casos progresan hacia una alopecia permanente e irreversible que representa el 30-40% de todas las alopecias cicatriciales y hasta un 60% de todas las alopecias cicatriciales de tipo linfocítico, siendo la más frecuente de este subgrupo. Aunque es más frecuente en mujeres, en pacientes con diagnóstico de lupus eritematoso discoide no hay diferencias entre ambos sexos. La edad de inicio suele ser entre los 20 y los 40 años.

La biopsia es lo que nos va a llevar al diagnóstico. El hallazgo principal, como en cualquier alopecia cicatricial, es la fibrosis de la estructura folicular. El proceso cicatricial suele iniciarse con la infiltración de células inflamatorios en el bulbo folicular. Una vez se establece la fibrosis, la pérdida de cabello es permanente e irreversible. La alopecia cicatricial lúpica es de tipo linfocítico, y además hay una destrucción de la glándula sebácea, rasgo que no suele estar presente en el lupus agudo o subcutáneo. Curiosamente, aunque la luz ultravioleta es uno de los principales desencadenantes de lupus eritematoso cutáneo, en un estudio prospectivo en estos pacientes no se demostró que la exposición al sol incrementara la tendencia a desarrollar estas lesiones en el cuero cabelludo. Lo que sí parece ser un desencadenante es el tabaco, además de hacer que las lesiones respondan menos con el tratamiento.

Recientemente, un panel de expertos internacionales han propuesto una serie de rasgos morfológicos que ayuden a distinguir el lupus eritematoso discoide de otras lesiones que pueden ser similares: (1) un tono eritematoso-violáceo, (2) cicatrización atrófica y despigmentación, (3) la presencia de hiperqueratosis o tapones foliculares, y (4) la presencia de alopecia cicatricial. Además, también suelen estar presentes la descamación y las telangiectasias. Estos cambios son más prominentes en el centro de la placa alopécica, en contraste con otras alopecias cicatriciales, en que la actividad y los hallazgos característicos son más llamativos en la periferia de la lesión. El pelo suele ser frágil y el test de tracción, positivo. Es más frecuente la presencia de múltiples lesiones, pero a veces son solitarias, y los pacientes suelen referir prurito, sensibilidad o sensación de quemazón (pero no siempre).

El dermatoscopio nos puede ayudar, y mucho, en el diagnóstico, con una especificidad muy alta cuando vemos vasos tortuosos y tapones foliculares, que pueden verse tanto en lesiones agudas como crónicas. Otro hallazgo muy específico es la presencia de puntos rojos foliculares. Pero si queremos confirmar el diagnóstico, tendremos que recurrir a la realización de una biopsia profunda en la zona más activa, en la que observaremos una dermatitis de interfase (vacuolización de la basal, queratinocitos apoptóticos y células inflamatorias en la unión dermoepidérmica), un infiltrado linfocítico perivascular y perianexial, tapones queratósicos foliculares, depósitos de mucina y engrosamiento de la membrana basal. En estadios más avanzados se observará una reducción de las unidades foliculares y fibrosis intersticial. La biopsia para inmunofluorescencia directa también puede ayudar al diagnóstico diferencial con otras alopecias cicatriciales y puede ser positiva en más del 80% de los pacientes.

Los ANA son positivos en sólo un 15-42% de los casos, así que unos ANA negativos no excluyen la enfermedad, pero es razonable pedirlos en caso de sospecha.

Hoy lo dejamos aquí, pero os recomiendo la lectura completa del artículo, donde se explican las características de los diferentes tipos de alopecia que pueden presentarse en un paciente con lupus eritematoso (hoy nos hemos centrado sólo en una por ser la más específica).

Llegó el momento de unas minivacaciones, así que cierro el chiringuito durante dos semanas. El 28 de octubre volveremos a estar por aquí dando guerra. Hasta pronto. Hoy nos vamos a Bruselas. La cosa va de luz...

Lights of Brussels from Tim Kellner on Vimeo.

07 octubre 2023

Una calva en la cabeza

No era la primera vez que Serafina consultaba por esa “calva” que le había salido en la cabeza, hacía ya más de un año, pero sí era la primera vez que la atendía un dermatólogo. Confiaba que le pudieran dar una solución o, al menos, explicarle lo que le pasaba en el pelo, porque ella no lo veía normal.

La "calva" de Serafina. ¿Será la edad?

Al principio su médico lo atribuyó a la edad. Serafina tenía 70 años y era consciente que ya no podía aspirar a la cabellera que había lucido de joven. Pero es calva en el centro de la cabeza… además, a veces le picaba y su marido le decía (ella no se lo veía bien) que se le ponía muy rojo. Poco a poco, la zona sin pelo se iba extendiendo. No se habían afectado otras zonas y el resto de la piel tampoco presentaba nada raro. Aparte de la artrosis, un poco de sobrepeso y una hipertensión que controlaba con enalapril, Serafina se consideraba una persona sana para la edad que tenía. Si además pudiese recuperar el pelo, pues ya sería perfecto. Así que las expectativas estaban bastante altas. ¿Demasiado? Vosotros diréis. Yo volveré por aquí el miércoles y os explicaré lo que pasó con nuestra paciente.

Hoy nos despedimos en Dakota del Sur, en el Parque Nacional Badlands, con unos paisajes espectaculares.

BADLANDS 4K I from More Than Just Parks on Vimeo.

04 octubre 2023

Manchas de Janeway: no siempre por endocarditis

El caso de esta semana ha sido recientemente publicado en la revista Actas Dermosifiliográficas y su autora principal, Noelia Moreiras, del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, ha tenido la amabilidad de prestárnoslo para el blog. Podéis revisar el artículo en este enlace, pero los lo resumo a continuación.

Las manchas de Janeway fueron descritas por primera vez en 1899 por Edward Janeway en pacientes con endocarditis infecciosa y actualmente forman parte de los criterios menores diagnósticos de esta entidad (criterios de Duke modificados), junto con otro tipo de manifestaciones cutáneas, como los nódulos de Osler. Pero eso era antes, porque en las últimas décadas se han descrito casos superponibles a las manchas de Janeway relacionados con otras patologías infecciosas.


Detalles de la histología (H&E). Fotos: Noelia Moreiras
Recordemos que Roberto estaba ingresado en la UCI cuando hicieron la consulta a dermatología y que en urgencias ya le habían realizado un ecocardiograma transtorácico que fue normal. En ese mismo momento realizaron una biopsia cutánea, en la que se identificó la presencia de células inflamatorias, con predominio de polimorfonucleares neutrófilos, en la dermis papilar, formando un microabsceso sin presencia de vasculitis ni de émbolos de fibrina. No se observaron anomalías epidérmicas y la tinción de Gram fue negativa. Estos hallazgos histológicos apoyaban el diagnóstico de manchas de Janeway. También se remitió una biopsia cutánea para cultivo bacteriológico que fue negativo, como también lo fueron los hemocultivos. Ya en la UCI se repitieron los ecocardiogramas, tanto transtorácicos como transesofágicos, que descartaron la presencia de endocarditis. La exploración oftalmológica también fue normal. Se realizó un TAC torácico que reveló un foco infeccioso pulmonar y después de realizar una broncoscopia, se aislaron Enterobacter asburiae y Klebsiella pneumoniae en el cultivo del lavado broncoalveolar.

De este modo, finalmente se llegó al diagnóstico de sepsis de origen respiratorio, asociando lesiones cutáneas tipo manchas de Janeway, que se resolvieron a los pocos días. Lamentablemente el paciente desarrolló otras complicaciones y terminó falleciendo tras 4 meses de ingreso.

Las manchas de Janeway son el principal signo cutáneo de endocarditis infecciosa, junto a los nódulos de Osler. Tradicionalmente se ha asociado la presencia de nódulos de Osler a cuadros de endocarditis subaguda y las manchas de Janeway a los cuadros agudos. Su prevalencia oscila entre el 5 y el 15% de los pacientes afectos de endocarditis infecciosa, pero se piensa que podría tratarse de un fenómeno infraestimado. La patogenia sigue siendo motivo de controversia a día de hoy. Clínicamente las manchas de Janeway se presentan como máculas eritematosas, indoloras, de pequeño tamaño, localizadas en las palmas y en las plantas. De duración variable (de días a semanas), desaparecen sin dejar lesión residual. Si hacemos una biopsia deberíamos ver microabscesos dérmicos sin vasculitis, aunque publicaciones más recientes describen muchos otros patrones histológicos. Si el cultivo de las lesiones es positivo, ya lo tenemos, pero esta positividad es muy inconstante. Como decíamos, aunque inicialmente se describieron estas lesiones asociadas a la endocarditis infecciosa, su presencia no se limita únicamente a esta enfermedad. En los últimos años se han descrito manchas de Janeway asociados a diversas patologías infecciosas: septicemia estafilocócica o tras procedimientos endovasculares. El caso de esta semana tiene la particularidad de ser el primero que sería provocado por una sepsis respiratoria no estafilocócica, lo que deberemos tener en cuenta si nos consultan por este tipo de lesiones.

Y de nuevo dar las gracias a Noelia Moreiras y a sus compañeros de servicio por traernos aquí este caso tan interesante. Nos leemos el sábado. Hoy nos quedamos en Galicia.

GALICIA from Javier Angel Lopez on Vimeo.