sábado, 30 de junio de 2018

Una alergia entre los dedos

Práxedes estaba convencida: le había salido una "alergia entre los dedos de las manos". No podía tratarse de otra cosa. Además, se pasaba todo el día cocinando para sus hijos y cada vez más numerosos nietos. Seguro que había tocado algo que le había producido esta especie de dermatitis que no se le curaba. Hacía ya un par de meses que le pasaba, y le picaba un poco. Normalmente no le molestaba demasiado, pero cuando se ponía a cortar tomate sí que se irritaba mucho y le producía un escozor intenso. Por eso fue a su médico, quien después de probar con una crema de cortisona y ver que la cosa no mejoraba, la envió al dermatólogo (además, ya le tocaba la revisión, el año pasado tuvieron que quitarle un carcinoma basocelular del cuello).


Práxedes tenía 72 años, era hipertensa, pero estaba bastante bien controlada, y tenía tendencia a la hiperglicemia, aunque de momento no tomaba ningún medicamento y se intentaba controlar con la dieta y andando una horita cada mañana. Además tenía artrosis en las manos, pero poco se podía hacer con eso… Las lesiones por las que consultaba se limitaban al 2º y 3er espacios interdigitales de la mano izquierda, con un eritema intenso, erosión del pliegue y descamación periférica, sin otras lesiones que nos llamaran la atención.


¿Qué hacemos con Práxedes? ¿Tratamiento o necesitamos alguna prueba confirmatoria? ¿infeccioso o inflamatorio? El miércoles lo sabremos, o en este link (ya será julio). Feliz verano a los que os marcháis de vacaciones, nosotros seguiremos por aquí, que la dermatología en verano siempre se pone interesante.

Hoy el vídeo es animado, y en 360º, así que podéis interaccionar con el ratón y ver más allá. Chulo, ¿eh?

Back to the Moon - 360° from Nexus Studios on Vimeo.

miércoles, 27 de junio de 2018

¿Cuál es el mejor tratamiento para los moluscos en los niños?

La infección por molusco contagioso es una de las 50 enfermedades más frecuentes en todo el mundo, especialmente en niños, en los que la incidencia anual se encuentra entre el 2 y el 10%, con una prevalencia de 5,1-11,5%, aunque esas tasas varían enormemente dependiendo de la población estudiada. El culpable es un virus ADN, el virus del molusco contagioso, perteneciente a la familia Poxviridae, del género Molluscipoxvirus. Se contrae por contacto directo, fómites o autoinoculación, y el periodo de incubación varía entre 2 semanas a 6 meses. Afortunadamente, y a diferencia de otros virus como el herpes simple, no persiste como una infección latente, aunque tampoco deja inmunidad, con lo que un niño puede tener moluscos tantas veces como se contagie. Hace algunos años unos australianos observaron que esta infección era mucho más frecuente entre niños que iban a piscinas públicas (también se le llama “el virus de las piscinas”), pero no existe evidencia de que mantener a esos niños fuera de las piscinas sea una medida eficaz para prevenir la transmisión. Otro estudio concluyó que el riesgo relativo de una persona que comparta una esponja de baño y/o toalla con un paciente infectado es 3 veces mayor de padecer una infección de este tipo respecto a los que no comparten este tipo de utensilios (compartir esponjas y toallas no es por lo general una buena idea).

Clínicamente el diagnóstico suele ser muy sencillo. Observamos pápulas o pequeños nódulos de color de la piel con una umbilicación central característica. En algunos pacientes estas lesiones pueden rodearse de un halo de eccema, lo que se conoce como “dermatitis por molusco”, que no es más que el reflejo de una reacción de hipersensibilidad al antígeno viral. A veces incluso pueden abscesificarse y perder su apariencia típica, lo que puede complicar el diagnóstico. Pueden salir en cualquier localización, aunque son excepcionales en palmas, plantas o mucosas.

Dermatitis por molusco (en otro paciente)

Cualquier niño puede tener moluscos, pero se trata de una infección especialmente frecuente en pacientes con dermatitis atópica. Así, en un estudio con casi 700 niños afectos de la infección, más del 37% tenían dermatitis atópica. Además los atópicos tienen mayor número de lesiones y estas tienden a persistir durante más tiempo (este hecho también se observa en pacientes inmunodeprimidos).

De moluscos ya habíamos hablado largo y tendido en otras ocasiones (en niños, adultos y un poco de dermatoscopia), pero hoy quería centrarme más en el tratamiento, que es un tema controvertido y que siempre genera polémica. Y es que, aunque existen múltiples alternativas terapéuticas para esta infección, en realidad ninguna ha demostrado ser más eficaz que el resto. Además, no olvidemos que el cuadro es autorresolutivo, así que muchas veces no hacer nada puede ser una excelente alternativa. En los pacientes pediátricos la selección del tratamiento debe priorizar la evitación del dolor y minimizar el riesgo de secuelas cicatriciales, lo que implica informar y tranquilizar a los padres acerca de las expectativas de los tratamientos y del curso natural de la enfermedad.

Siguiendo el esquema de esta reciente revisión de Paula Gerlero y Ángela Hernández del Hospital Niño Jesús en Actas Dermosifiliográficas, podemos dividir los diferentes tratamientos en: tópicos aplicados por el médico en la consulta, tópicos aplicados en el domicilio, destructivos y actitud expectante. En el artículo hablan de muchos más, pero por resumir he obviado los que no tienen una evidencia científica mínimamente sólida. ¡Y hasta me he currado una infografía! Vamos por partes:

Los métodos destructivos son en realidad (o han sido) los más utilizados en la práctica cotidiana, mediante la destrucción física de los queratinocitos infectados por el virus. Simple, económico y, en manos adiestradas, acaban rápidamente (si el niño se deja) con el problema.

El curetaje es fácil y económico. Si hay pocas lesiones es nuestro método preferido (antes de que el niño diga “Ay!” ya las hemos quitado, a no ser que nos vea venir y la cosa se ponga fea antes de empezar). Es el método más eficaz y resolutivo (>80% sin recurrencias a los 6 meses). En un estudio retrospectivo sobre casi 2.000 pacientes pediátricos, un 70% se curó después de una sesión, un 26% necesitó dos sesiones y un 4%, 3 sesiones. Cuando las lesiones se encuentran circunscritas a una zona más o menos definida se puede aplicar previamente una crema anestésica para disminuir la molestia del curetaje. El eutectic mixture of local anestesia (EMLA o Anesteal) es una mezcla de lidocaína 2,5% y prilocaína 2,5% que se utiliza habitualmente, en oclusión, una hora antes del procedimiento. Otra alternativa es utilizar una crema de lidocaína 4% (Lambdalina), media hora antes. Pero la aplicación de EMLA sobre los moluscos puede producir reacciones adversas locales, de tipo purpúrico, que debemos conocer (se resuelven solas) y hay que tener en cuenta que existe riesgo de toxicidad sistémica cuando la crema se aplica en una zona extensa, principalmente en menores de 3 meses (la dosis máxima total es de 1g y 10 cm2 en menores de 3 meses o < 5 kg, 2g y < 20 cm2 en niños 3-12 meses > 5 kg, 10g y < 100 cm2 en niños 1-6 años y > 10 kg y 20g y < 200 cm2 en niños 7-12 años > 20 kg). Cuando hay muchas lesiones, el niño no colabora o en localizaciones como párpados o zona genital, el curetaje no es la mejor alternativa. Además, sale una gotita de sangre en cada lesión tratada, y la escena puede ser bastante gore y desagradable.

Aún más sencillo es la extrusión manual, que puede realizarse incluso con los dedos y unas mínimas medidas higiénicas, que podemos enseñar a los progenitores. Los moluscos son una especie de bolitas que suelen “saltar” fácilmente sin oponer demasiada resistencia, así que es más fácil de lo que parece, en lesiones no complicadas.

La cantaridina es un agente vesicante (os podéis repasar este post donde lo explicamos). Se extrae de los escarabajos Lytta vesicaria, y actúa como un inhibidor de la fosfodiesterasa, que produce una ampolla intraepidérmica que no suele dejar cicatrices debido a que es muy superficial. Se tiene que aplicar en la consulta (un pequeño hándicap es que tenemos que tener la cantaridina que se prepara en formulación magistral) y se deja 1-2 horas limpiándose ya en casa con agua y jabón. Lo bueno: que no duele cuando la aplicamos y el niño se deja. Lo malo: que la acción vesicante es bastante imprevisible, y puede no hacer nada o presentarse el niño en urgencias con unas ampollas bastante llamativas, así que hay que explicarlo muy bien. En un estudio retrospectivo sobre 300 niños, la tasa de curación con este método fue del 90%. No se recomienda en cara ni en localización ano-genital.

El hidróxido potásico (KOH) es un álcali que penetra y destruye la piel, disolviendo la queratina (por eso usamos esa preparación para observar hongos en un raspado) Desde que existe ya comercializado su uso se ha extendido. El Molusk es KOH al 10% y el Molutrex, al 5%. Se aplica en casa, una o dos veces al día (depende de la concentración) hasta que la lesión se irrita (se pone roja), lo que puede llevar varios días de tratamiento. Aunque es sencillo, el líquido no se encuentra financiado (vale unos 15-18€) y muchos niños se quejan de escozor o picor con la aplicación. Si se tienen muchas lesiones, puede ser algo complicado, pero se considera no invasivo, con la ventaja de que es un tratamiento domiciliario.

La crioterapia no mola tanto, y es que aunque congelar los moluscos con nitrógeno a -196ºC puede ser muy eficaz, es un método bastante doloroso (sobre todo cuando tenemos que tratar varias lesiones) y con un elevado riesgo de cicatrices o discromías residuales, por lo que no se recomienda en pacientes pediátricos si disponemos de otras alternativas.

Algunos autores defienden el láser de CO2 como método ablativo rápido y eficaz, aunque el riesgo de cicatrización hipertrófica y queloides es alto, por lo que su uso se desestima en niños. Otros consideran útil el láser de colorante pulsado, pero es un tratamiento costoso, no financiado y que a veces requiere anestesia local.

Hubo un tiempo que el imiquimod al 5% se puso de moda para tratar los moluscos. Es un agonista del recetor Toll-like (TLR) 7 que produce la activación de la respuesta inmune innata, induciendo la  producción de IFN-alfa y otras interleucinas. Es un tratamiento costoso (aunque financiado) que puede producir irritaciones muy llamativas y las últimas revisiones desaconsejan su uso para esta indicación por no ser coste-efectivo.

FInalmente, hay que tener presente (y así se lo debemos explicar a las familias) que los moluscos son benignos y autolimitados. Así que no hacer nada no es tan mala idea en muchos casos. Sabemos que se irán, pero no sabemos cuándo. Esa incertidumbre no es muy bien aceptada por los padres, quienes temen que las lesiones se vayan propagando o que contagien a otros niños. Un estudio reciente en Reino Unido con más de 300 niños entre 4 y 15 años con moluscos, determinó que el tiempo medio de curación (sin hacer nada) fue de 13,3 meses. Un 30% tardaron más de 18 meses y un 13% persistían a los 24 meses. Pero si decidimos no tratar los moluscos, no debemos olvidarnos de tratar la dermatitis atópica en esos niños e individualizar el tratamiento según las circunstancias del niño, edad, número y localización de las lesiones y sintomatología acompañante.

Os preguntaréis qué le hicimos a Benjamín. La verdad es que era un niño ya mayor, se los quería quitar y en 3 minutos, tema resuelto, con curetaje y mínimas molestias perfectamente toleradas (sin anestesia).

Hoy nos vamos al agua, con este vídeo tan precioso. Relax...

DÍA DE LOS OCÉANOS 8 de junio 2018 from 90 Grados Norte on Vimeo.

sábado, 23 de junio de 2018

El niño tiene granos en la barriga

A sus 11 años, Benjamín no es la primera vez que va al “médico de la piel”. No se acuerda mucho porque era pequeño, pero siempre ha tenido la piel seca y algo llamado “dermatitis” que hace que le tengan que poner muchas cremas. Bueno, eso era antes, porque desde que es mayor ya casi no tiene picores, aunque su madre siempre le persigue con el bote de crema hidratante en la mano.


Pero lo de esta vez es distinto. Estos granitos no los había tenido nunca, aparecieron hará unos dos meses. No le pican, pero el otro día se rascó uno y se hizo sangre. Su madre le dijo que no se preocupara, que irían al médico de la piel. El “dermatólogo”, menudo nombre raro para un médico. Y encima es una señora. Pero tiene fotos de peces en la consulta y eso mola bastante. Se queda mirando la foto de Nemo mientras la doctora habla con mamá.

¿Qué haríais con Benjamín? ¿Os falta algún dato de la historia clínica o con la foto tenéis bastante? ¿Pruebas o cremas? ¿O hacemos otra cosa? ¿O nada? Hoy el diagnóstico es sencillo, pero sobre el tratamiento, seguro que podemos hablar un buen rato. Os espero el miércoles.

¿Sabéis que hay un lugar donde aún pueden observarse focas monje en libertad? Pensar que hace años las teníamos nadando en nuestras aguas... Os dejo con este bonito vídeo de Rafa Herrero.

Hay un lugar-VIMEO from Rafa Herrero Massieu on Vimeo.

miércoles, 20 de junio de 2018

Fenómeno isomórfico de Koebner: no sólo en psoriasis

El fenómeno isomórfico de Koebner consiste en la aparición de lesiones después de un traumatismo local en áreas de la piel previamente no afecta por la enfermedad cutánea correspondiente, y clásicamente se ha relacionado con la psoriasis, aunque puede observarse en otras patologías. Conceptualmente es distinto de lo que se conoce como fenómeno de pseudo-Koebner, que es el mismo fenómeno cuando se observa por agentes infecciosos, como verrugas o moluscos. Pero la terminología no acaba aquí, y hablamos de fenómeno isotópico de Wolf cuando aparece una nueva dermatosis en un área afectada previamente por otra (por ejemplo, cuando aparecen lesiones de liquen plano en áreas donde el paciente ha sufrido un herpes zoster). Para terminarlo de liar, el fenómeno de Renbok es precisamente la desaparición de una lesión y aparición de otra dermatosis en el mismo lugar (alopecia areata- psoriasis, por ejemplo). Luego está el fenómeno de Koebner inverso, que es la remisión de una dermatosis después de un traumatismo (por ejemplo, cuando se “cura” un granuloma anular después de una biopsia cutánea). Y para rizar el rizo, hablamos de patergia cuando aparecen lesiones inespecíficas (pápulas o pústulas) después de una inyección intradérmica de suero salino (como en la enfermedad de Behçet o en el pioderma gangrenoso).

Fenómeno de Koebner (psoriasis) por un elástico apretado (en otra paciente)

¿Cómo se os ha quedado el cuerpo? Podríamos terminar aquí, pero ya que estamos nos podemos permitir un breve repaso histórico. Heinrich Koebner (1838-1904) fue un dermatólogo alemán quien describió este fenómeno en 1872, y más tarde, en 1877, escribió un artículo describiendo la aparición de lesiones de psoriasis después de diversos traumatismos, como hematomas, tatuajes y mordeduras de caballo. La incidencia real de este fenómeno no se conoce, entre otras cosas porque depende de qué enfermedad se trate. Las tres enfermedades principales con las que se ha relacionado son la psoriasis (11-75%), el liquen plano (28%) y el vitíligo (5-61%). La lista no termina aquí, y se ha descrito este fenómeno en enfermedades tan variopintas como la enfermedad de Darier, la pelagra, la vasculitis leucocitoclástica, el penfigoide, el liquen escleroso, la sarcoidosis, la morfea, el granuloma anular, el lichen nitidus y unas cuantas más.

En general el “tiempo de koebnerización” es de 10-20 días (el tiempo que pasa entre el traumatismo y la aparición de la lesión de psoriasis), aunque puede ser tan corto como 3 días y se han descrito casos de hasta 2 años. Puede presentarse en cualquier localización, pero tiende a respetar las áreas en remisión.

EL Koebner no era el único problema de José Gabriel. Placas de psoriasis

Básicamente es por este motivo por el que no les recomendamos a nuestros pacientes con psoriasis que se realicen tatuajes. José Gabriel tenía un Koebner, pero en el contexto de un brote importante de psoriasis, que nos hizo plantearnos iniciar un tratamiento sistémico. Después de sopesar pros y contras, le iniciamos metotrexato a dosis bajas, con una excelente respuesta y tolerancia. La cicatriz volvió a la normalidad y la psoriasis mejoró tanto que no se lo creía.

Hoy nos quedamos en Madrid (nos vamos en dos días al III Curso de Dermatología Práctica de e-Salúdate), con este timelapse.

CTBA Madrid: Siete Años de TimeLapse from Rafael Asquith on Vimeo.

sábado, 16 de junio de 2018

Psoriasis en las cicatrices

José Gabriel tenía psoriasis. Eso ya lo sabía. Como si no tuviera suficiente con sus problemas cardiacos (le tuvieron que hacer un by-pass hace un año, pero ahora se encontraba bien). Que tenía un brote, también lo tenía claro. Estaba más nervioso últimamente por problemas familiares, y la psoriasis se le había “enfadado”, con placas por todo el cuerpo. Las cremas no eran suficientes y la cosa se estaba disparando más de la cuenta. Menos mal que ya había empezado el buen tiempo (normalmente su psoriasis es de las que mejora con un poco de sol y agua de mar). Pero lo que nunca le había pasado era que la cicatriz del pecho se inflamara de ese modo, con un picor que no era normal. Se había asustado y por eso fue al médico, pero su médico, al verle tan “encendido”, le envió al especialista. Hacía años que no le mandaban al dermatólogo (ya el primero que lo vio le dejó muy claro que la psoriasis no se cura, así que no había vuelto a insistir).


Pero esto de la cicatriz era mosqueante. José Gabriel tenía 71 años, era hipertenso, diabético, y por sus problemas de corazón y el azúcar tomaba un montón de pastillas (aunque no se las habían cambiado últimamente).

Bueno, el caso de esta semana no es demasiado intrigante, el diagnóstico no tiene trampa ni cartón, y aunque podríamos divagar bastante acerca del tratamiento, nos vamos a centrar en ese fenómeno que tiene nombre por el que las cicatrices de alguien con psoriasis de repente pueden tomar “vida propia”. Fácil, ¿no? Lo sabremos el miércoles, o en este enlace.

Hoy vamos a bailar con este proyecto colaborativo, creado con cientos de manos...

349 from Kristen Lauth Shaeffer on Vimeo.

miércoles, 13 de junio de 2018

Onicomicosis blanca superficial: a buscar el Trichophyton

La onicomicosis blanca superficial (OBS) es una forma de micosis ungueal caracterizada por la localización superficial del hongo, en la superficie dorsal de la lámina ungueal, lo que le confiere ese aspecto tan característico, como si hubieran pintado la uña con esmalte blanco, de manera más o menos chapucera. En base a criterios microbiológicos, epidemiológicos y clínicos, hay quien distingue cuatro grupos o tipos de pacientes:
  • OBS clásica debida a dermatofitos en personas sanas. Es lo más frecuente, descrita por Zaias en 1966, esta variedad suele ser debida a Trichophyton interdigitale (en más del 90% de los casos), aunque también puede ser por T. rubrum y, más raramente, por otros dermatofitos. Afecta típicamente una o más uñas de los pies (casi siempre la primera uña está afectada, y a veces la 2ª y la 3ª) y a menudo asocia una tiña pedis interdigital (pie de atleta) o más raramente, una tiña pedis en mocasín. Es muy raro que se afecten las uñas de los dedos de las manos. La prevalencia de esta forma clínica en la población general se estima en el 1-2% y la incidencia se incrementa con la edad (un estudio italiano en pacientes mayores de 65 años mostró la presencia de OBS en el 4%). El tratamiento consiste en la eliminación mecánica de la placa blanca (curetaje) seguida por la aplicación de antifúngicos tópicos hasta la curación clínica, que suele conseguirse en unos 6 meses. Parece ser que en este caso las lacas son tan efectivas como las cremas.

  • OBS por mohos. No sólo de dermatofitos vive la OBS, y es que algunos tipos de mohos son capaces de invadir la lámina ungueal superficialmente. Los más comunes, algunas especies de Fusarium, Aspergillus y Acremonium. Suelen afectar a una sola uña (casi siempre la primera del pie), aunque clínicamente son indistinguibles de la variante clásica por dermatofitos, pero a veces sí puede observarse una pigmentación variable entre amarillo y marrón, por la producción de conidias pigmentadas. La inflamación periungueal puede observarse con cierta frecuencia. No se sabe la prevalencia exacta, pero en algún estudio se ha visto que hasta el 5% de las OBS son por mohos. Aquí el tratamiento más eficaz es la avulsión de la uña y su posterior tratamiento con antifúngicos tópicos. A veces es necesario el tratamiento oral, aunque eso habrá que valorarlo individualmente.
  • OBS en niños. Pues sí, los niños también pueden tener OBS, en este caso parece ser debida a T. rubrum. Clínicamente la cosa no difiere de la forma clásica de los adultos, pero es frecuente una afectación de todo el grosor de la lámina ungueal, quizá porque la de los niños es ya de por sí más fina. El tratamiento tópico suele ser suficiente en estos casos. Ah, y en recién nacidos prematuros cuyas madres tienen candidiasis vaginal también se han visto formas de OBS por Candida, aunque en estos casos suelen resolverse espontáneamente en algunos meses.
  • OBS en pacientes con infección por VIH. Se calcula que hasta el 30% de pacientes con infección por el VIH tienen algún tipo de onicomicosis, que es más frecuente cuando los CD4 disminuyen por debajo de los 450/mm3. En concreto, se observa OBS en el 9,5% de estos pacientes, casi siempre por Trichophyton rubrum, no siendo extraño que también se afecten las uñas de las manos, clínicamente superponible a la forma clásica, aunque puede evolucionar a otras formas clínicas si la infección progresa.
El Trichophyton rubrum de nuestro paciente (Foto: Carolina Domínguez)

Y al microscopio... T. rubrum. Foto: Carolina Domínguez

A Gaspar le realizamos un cultivo micológico obteniendo la muestra de la parte más superficial de la uña, que resultó positivo para T. rubrum y le pautamos una laca de ciclopirox con la que confiamos que las lesiones se resolvieran con sólo un poco de paciencia y constancia en el tratamiento. Y si queréis leer un poco más sobre el tema, os recomiendo este artículo.

Hoy viajamos a Malta, aunque sólo sea viendo este fantástico vídeo.

LOST IN MALTA 4K from The Lost Avocado on Vimeo.

sábado, 9 de junio de 2018

Tengo las uñas como si me las hubieran pintado con TippEx

Gaspar no tenía edad para llevar las uñas pintadas, o al menos eso nos dijo cuando le preguntamos por el motivo de consulta, nada más entrar. Tenía 73 años y las primeras uñas de ambos pies “como si su nieta se las hubiera pintado con TippEx”. Y mientras yo pensaba que quién narices usa TippEx hoy en día, se quitó los zapatos y me enseñó esas uñas blancas.


Pues sí que estaban blancas, la verdad. No de manera uniforme, en la primera uña derecha la parte más proximal de la lámina ungueal se encontraba respetada, el resto era de un tono marronáceo, y la uña del pie izquierdo tenía un engrosamiento moderado que tampoco llamaba demasiado la atención. A todo esto, Gaspar nos explicaba que hacía más de dos años que le pasaba, pero como que no le dolía ni molestaba no se le había ocurrido consultar al médico, hasta el otro día, cuando fue a renovar las pastillas de la hipertensión y se lo comentó de pasada. De ahí al dermatólogo. Nunca había hecho ningún tratamiento por ese motivo, así que Gaspar se imaginaba que tendría fácil solución.


Y vosotros, ¿qué pensáis? ¿Qué le damos a Gaspar? ¿Haríais alguna prueba antes o nos tiramos a la piscina con un tratamiento? Os dejo que lo penséis, el miércoles volveremos con la respuesta (o al menos, con el diagnóstico).

¿Artistas con "discapacidades"? (no me gusta mucho esa palabra), pero en este centro de Oakland hacen estas maravillas.

Giving Artists With Disabilities a Space to Thrive from Great Big Story on Vimeo.

miércoles, 6 de junio de 2018

Lichen aureus: casi siempre en las piernas

El lichen aureus (término acuñado por Calnan), o lichen purpuricus (1958, Marten) forma parte de la larga lista de las dermatosis purpúricas pigmentadas (DPP) que ya comentamos en este blog el año pasado, muchas de ellas de nombres imposibles de recordar (para eso os pongo el enlace al correspondiente post). En esta entidad se habla de “lichen” en base a la descripción clínica y dermatopatológica, ya que un infiltrado denso, “en banda”, a nivel de la dermis diferencia el lichen aureus del resto de dermatosis purpúricas pigmentadas.


Clínicamente la cosa es bastante simple, ya que se trata de áreas circunscritas de máculas o pápulas confluentes de un tono dorado a anaranjado-cobrizo (menos frecuentemente purpúricas), y aunque las lesiones pueden ser intensamente pruriginosas, lo más normal es que sean completamente asintomáticas. Suelen distribuirse unilateralmente en extremidades inferiores, aunque a veces pueden afectar el tronco o los antebrazos. Este trastorno tiene especial predilección por adultos jóvenes, con un pico de incidencia entre la segunda y tercera décadas, y las lesiones tienen tendencia a permanecer de manera más o menos estable, aunque pueden progresar lentamente. La resolución espontánea es poco frecuente en adultos, pero cuando se presenta en niños sí que puede ser autolimitado.

No pudimos resistirnos a no ponerle encima el dermatoscopio

La histopatología de las DPP muestra características similares en todas ellas, con un infiltrado linfocitario perivascular en las lesiones más incipientes, con hematíes extravasados y, en lesiones más evolucionadas, depósitos de hemosiderina en los macrófagos, con menos infiltrado inflamatorio. En el lichen aureus el infiltrado mononuclear se presenta en banda, en la dermis superficial. La biopsia puede estar indicada cuando nos planteemos el diagnóstico diferencial con fenómenos trombóticos, vasculopatía livedoide, eccema numular, etc.

Tratamiento, más bien poca cosa, sobre todo si las lesiones son asintomáticas. En caso contrario, tratamiento sintomático (corticoides tópicos, para variar).

A César le realizamos una biopsia para descartar otras patologías relacionadas con su enfermedad de base, y ya con el diagnóstico nos quedamos más tranquilos y no recomendamos ninguna medida terapéutica.

Sin más, nos vamos a Seychelles, con música de Doris Day. Pues eso...

Sunshine #2 Island from GABWORKS on Vimeo.

sábado, 2 de junio de 2018

Unas manchas en el tobillo

Se llama César, tiene 52 años, y algunos problemas de salud (es diabético, hipertenso, y tiene el colesterol alto). Y toma un montón de medicamentos, pero desde hace ya años. Pero su médico de familia nos lo remite porque desde hace poco más de 6 meses le han ido apareciendo unas manchas no palpables, de un tono marrón-violáceo, completamente asintomáticas, agrupadas en la zona posterior del maleolo interno del pie izquierdo. No nos explica ninguna herida previa, ni contacto con nada que recuerde, y nunca ha tenido úlceras ni problemas circulatorios. No le duelen, ni le pican, pero le preocupa que vayan a más y nos pregunta si puede hacer algo para evitarlo. Y ya de paso, si le podemos dar algo para que desaparezcan, miel sobre hojuelas.


Podéis ver las lesiones en la imagen, y os adelanto que esa pequeña pápula eritematosa con centro costroso corresponde a la biopsia que le hicimos en la primera visita, quizá os sirva como pista (o no). ¿Pensáis que es algo preocupante? ¿Podremos hacer que esas manchas remitan o mejoren? ¿tendrá que ver el azúcar? ¿o los medicamentos? Todo eso y un poco más el miércoles, aquí mismo. Si es que he sobrevivido a la carrera de hoy, Els Bastions. Dentro, vídeo…