Juan Pedro tenía una
sarna como la copa de un pino. Si nos fijábamos con atención podíamos ver los
surcos acarinos que nos permitieron realizar un diagnóstico de certeza que pudimos confirmar después de realizar un
examen directo al microscopio que nos permitió observar en este caso algún huevo del molesto ácaro.
No es la primera vez que hablamos de escabiosis o sarna en lactantes, pero han pasado ya algunos años desde ese
post en 2011 y no está de más actualizar la información con datos más actualizados. Hoy nos centraremos en las particularidades de la sarna en este grupo de edad.
Lo primero que conviene destacar es que la
presentación clínica en los lactantes puede ser bastante diferente a lo que nos tienen acostumbrados los adultos y niños más mayores, y es que la infestación suele tener como consecuencia la presencia de surcos y lesiones más inflamatorias y costrosas. Además, los más pequeños pueden tener lesiones muy localizadas (cuando en una sarna esperamos que las lesiones sean más bien generalizadas). Además la
afectación palmo-plantar, con lesiones pustulosas, es característica de los más pequeños, así como la de la
cabeza, cosa extremadamente rara en los adultos. Por último, en los bebés más pequeños pueden observarse relativamente pocas excoriaciones, por aquello de que son lo que se denomina “
rascadores inefectivos”. Aunque a rascar, si te pica, se aprende rápido.
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El huevo del ácaro. |
En resumen, que en un lactante la sarna puede ser aún más difícil de diagnosticar que en un niño más mayor o en un adulto inmunocompetente (a no ser que ya conozcamos algún antecedente epidemiológico en el ambiente familiar o guardería que nos haga sospechar). Todo ello suele conllevar un retraso en el diagnóstico y, por tanto, un mayor porcentaje de
complicaciones en estos pacientes, como
impétigo y otras infecciones bacterianas, estando también descritas la glomerulonefritis postestreptocócica y vasculitis leucocitoclástica, además de irritabilidad y estancamiento ponderal. No en vano la escabiosis se encuentra en el listado de las “
grandes imitadoras”. Por este motivo es importantísimo realizar una anamnesis exhaustiva e investigar “
picores familiares” ante niños con lesiones sugestivas.
Respecto al
tratamiento la
permetrina al 5% en crema sigue siendo la terapia de elección, por encima de otras alternativas terapéuticas. El tratamiento se encuentra aprobado por la FDA para niños mayores de 2 meses de edad, siendo necesario repetir el tratamiento una segunda vez entre los 7-14 días después de la primera aplicación. Incluso en este reciente artículo de
Pediatric Dermatology (Taryn y colaboradores) de 2017, se recomienda el mismo tratamiento también en menores de 2 meses, por su excelente perfil de seguridad y ventaja en eficacia del resto de alternativas, ya que menos del 2% se absorbe y además se elimina rápidamente por el riñón. La
ivermectina oral, en cambio, no se recomienda en niños que pesen menos de 15 kg ni en embarazadas. Aunque no es un tratamiento aprobado por la FDA, la formulación de
azufre (6-33%) puede ser una alternativa segura tanto en embarazadas como en recién nacidos (pero es incómodo, huele mal y es menos eficaz). En cambio, el
lindane y el
crotamitón no se recomiendan en niños.
Además debemos recordar que los ácaros adultos son incapaces de sobrevivir fuera de su huésped humano más de 24-36 horas (las formas inmaduras, hasta 1 semana) y por este motivo debemos ser estrictos en el
lavado de la ropa de cama, toallas y otras prendas en contacto con el paciente a temperatura alta (> 50ºC). Lo que no se pueda lavar a esa temperatura deberá guardarse en bolsas de plástico cerradas durante una semana y posteriormente lavarse normalmente. Y no olvidemos
tratar a todos los convivientes, tengan o no síntomas o lesiones, para evitar reinfestaciones, ya que el periodo de incubación puede ser largo (habitualmente entre 3 y 6 semanas).
Juan Pedro era lo suficientemente mayor como para que no se nos plantearan dudas acerca del tratamiento, así que recibió sus dos aplicaciones de permetrina. Del mismo modo que el resto de su familia y, en especial, su hermano mayor que al parecer había traído a los ácaros de casa de un amigo cuya madre trabajaba en una residencia de ancianos donde se habían declarado varios casos (las fiestas del pijama es lo que tienen).
El vídeo de hoy es de los que valen la pena: "La sirena y el jardinero".
the Mermaid & the Gardener from
Ben Ono on
Vimeo.