26 marzo 2016

Una psoriasis descontrolada

Cuando visitamos a Noemí por primera vez en nuestro servicio tenía 30 años, pero hacía casi 15 que convivía con su psoriasis, una vieja “amiga” con la que no siempre se llevaba bien del todo. Cuando empezaron las lesiones sus padres la llevaron a los mejores dermatólogos. Recordaba una frase que en una ocasión le dijo uno de ellos: “De psoriasis no te vas a morir, pero te vas a morir con ella”. Vamos, que no tiene cura. Noemí se quedó con esa idea y con toda una colección de cremas, ungüentos y demás potingues, a cada cual más pringoso y maloliente (estamos hablando de hace 20 años).


Al principio intentaba ponerse los tratamientos como le decían, pero la mejoría era lenta y apenas le aliviaban el picor. Lo que peor llevaba eran las placas en el cuero cabelludo, con esa descamación gruesa y constante. Se moría de ganas de llevar una blusa negra, pero aún lo resaltaba más. Así pasó su infancia y el principio de su juventud. Su médico de familia le iba recetando las cremas, ahora ya no eran malolientes y al menos eran más fáciles de aplicar, pero tampoco mejoraba lo suficiente como para echar cohetes. En el momento de la primera visita, Noemí trabajaba como dependienta en una tienda de muebles, y hacía un par de años se había casado. Estaban empezando a pensar en tener un hijo, pero aún no era el momento.



Y sin saber muy bien cómo ni por qué (no está más nerviosa de lo normal, y de salud se encuentra bien), la psoriasis pasó de ser amiga a enemiga. Unos meses atrás las placas empezaron a agrandarse y empezaron a salir más lesiones, múltiples y dispersas, afectando también los grandes pliegues, el ombligo y la región genital. Además las lesiones del cuero cabelludo empeoraron y las uñas de las manos empezaron a cambiar de color y a “picarse” todas. Cuando le preguntamos, no tenía ninguna clínica articular.

Las lesiones que veis en las fotos corresponden a esa primera visita, con placas más gruesas y extensas en las extremidades y de menor tamaño y más salpicadas en el tronco, además de afectación de pliegues y del cuero cabelludo y la zona centro-facial.

Noemí pesaba en ese momento 78 kg y no tenía ninguna otra enfermedad, que ella supiera. Tampoco conocía ningún antecedente familiar de psoriasis, aunque una tía suya estaba diagnosticada de colitis ulcerosa.

El caso de hoy no entraña ninguna dificultad diagnóstica (o eso espero). Pero sí parece haber algún problema de manejo terapéutico. Aunque más que de tratamientos específicos, esta semana hablaremos sobre todo de cómo “medir” la gravedad en un paciente con psoriasis o, al menos, cuándo vale la pena derivarlo al dermatólogo. ¿O seguimos con cremitas? En este enlace encontraréis la respuesta.

Lo sabremos el miércoles, si es que habéis (hemos) sobrevivido a las vacaciones de Pascua. Hoy os dejo con el trailer de esta película sobre Vincent Van Goh, dirigida por Dorota Kobiela y que está a punto de estrenarse en España.

Loving Vincent - Official Trailer 2016 from Visual Atelier 8 on Vimeo.

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