Cuando repasamos las enfermedades exantemáticas de la
infancia y pensamos en parvovirus, automáticamente pensamos en la quinta
enfermedad, o síndrome del niño abofeteado (lo podéis repasar en este enlace de
hace algunos años). Pero el parvovirus B19 en dermatología es más que
eso, y también es la causa de un síndrome menos frecuente, pero bastante
curioso y que vale la pena conocer para poder diagnosticarlo correctamente. Es
el síndrome pápulo-purpúrico en guantes y calcetín (bueno, en realidad
tendría que decirse en plural). Esta infección, a diferencia de la quinta
enfermedad, es más frecuente en niños más mayores (adolescentes) y adultos
jóvenes, y eso era lo que le pasaba a Berto, a quien pudimos orientar simplemente
con la anamnesis y la exploración física.
El síndrome pápulo-purpúrico en guantes y calcetín (a partir
de ahora, SPPGC) es más frecuente en los primavera y verano (como todas las infecciones
por este virus) y, aunque se considera una de las manifestaciones del
parvovirus B19, ocasionalmente se han descrito otros agentes etiológicos que
pueden producirlo. La transmisión sucede a través de la saliva y
secreciones respiratorias y los pacientes infectados son más contagiosos
durante la fase de replicación viral activa, que habitualmente precede a las
lesiones cutáneas.
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| Fuente: Wikidoc |
Las manifestaciones clínicas son las que se pueden
imaginar por el nombre de la enfermedad, que es muy descriptivo. Pero antes de
todo eso la enfermedad suele estar precedida de una fase prodrómica (tras un
periodo de incubación de 4 a 14 días), en la que se incluyen fiebre (no muy
alta), mialgias, artralgias y fatiga. Cuando aparece, el rash es
rápidamente progresivo, con edema y eritema en manos y pies, de distribución
simétrica, seguido de la aparición de petequias y/o lesiones purpúricas en
palmas y plantas, o incluso ampollas. El dorso de manos y pies también puede estar
afectado. A menudo las lesiones se delimitan perfectamente en las muñecas y
tobillos (aunque las rodillas y los codos también pueden afectarse) y de ahí el
nombre de la enfermedad. Son frecuentes las adenopatías y, en ocasiones,
síntomas neurológicos. Si hacemos analítica, lo más frecuente es que sea
normal, aunque algunos pacientes pueden presentar linfopenia, neutropenia o
trombocitopenia.
Las complicaciones son poco frecuentes, afortunadamente
es un cuadro algo aparatoso, pero banal, aunque debemos estar alerta a la
crisis aplásica transitoria (especialmente en embarazadas o en pacientes con
VIH), hepatitis, artritis y cardiomiopatía. Además, en embarazadas el
parvovirus B19 se asocia a pérdida fetal e hydrops fetalis.
¿Y con qué podemos confundirlo? Pues el diagnóstico es
habitualmente clínico y poco más. En pacientes inmunocompetentes, podemos
realizar una determinación de IgM en suero para confirmar el diagnóstico,
teniendo en cuenta que los niveles detectables de IgM específica se pueden
encontrar a los 7-10 días de la exposición al virus y pueden persistir durante
varios meses. Las técnicas de PCR son las más sensibles, tanto en suero como en
tejidos, pero no están siempre disponibles, aunque se consideran especialmente
útiles en pacientes inmunocomprometidos. La biopsia no se considera necesaria
en la mayor parte de los casos, y tampoco es de demasiada ayuda (los hallazgos
no son específicos, e incluyen un infiltrado linfohistiocitario perivascular,
degeneración de la capa basal y extravasación hemática). El diagnóstico diferencial
va a depender del contexto de cada caso, y puede incluir enfermedades tan
relevantes como una meningococcemia, la fiebre moteada de las Montañas Rocosas,
una vasculitis de Schönlein-Henoch, perniosis y otros exantemas petequiales
(echovirus, parechovirus, …).
Lo más fácil es el tratamiento, porque es simplemente sintomático,
siendo la resolución espontánea la norma, sin secuelas, en 1-3 semanas.
Si queréis ver más imágenes de esta curiosa entidad, aquí os
dejo el enlace de este caso en New England Journal of Medicine (2024) o este
artículo en International Journal of Dermatology (2021).
En el caso de Berto, el diagnóstico se confirmó con la
serología y las lesiones se resolvieron sin complicaciones en unas dos semanas.
Hasta la semana próxima. Hoy nos despedimos con estos paisajes de la isla de Senja, en Noruega.

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