El vitíligo es una enfermedad autoinmune que afecta al
0,5-2% de la población, y aunque hace sólo 2 años que repasamos las guíasbritánicas en este blog, recientemente se ha publicado un consenso a nivel
mundial en la revista europea, que también ha tenido en cuenta las asociaciones
de pacientes y los tratamientos más recientes en esta patología.
Sabemos que el vitíligo se caracteriza por una pérdida
progresiva de melanocitos que se traduce en la aparición de manchas blancas en
la piel y que el diagnóstico es clínico, pudiendo ayudarnos de la luz de Wood
en casos dudosos, ya que el diagnóstico diferencial incluye la pitiriasis alba,
la micosis fungoide, pitiriasis versicolor, hipomelanosis guttata y otros
trastornos de la pigmentación. La única exploración complementaria que se
recomienda es una analítica con función tiroidea y anticuerpos antitiroideos.
También es interesante conocer la terminología, ya que en la
actualidad el vitíligo se clasifica en “no segmentario” y “segmentario” (y esto
tiene implicaciones terapéuticas). La situación más habitual es el vitíligo no
segmentario, que a su vez se clasifica en acrofacial, de mucosas, generalizado,
universal y mixto (cuando se asocia al segmentario). También existen formas
indeterminadas, como el vitíligo focal y otras variantes más extrañas que hoy
no mencionaremos. Además, también es importante, de cara al tratamiento,
determinar la actividad de la enfermedad (en cualquiera de sus variantes). Así,
hablamos de progresión cuando existe la aparición de nuevas lesiones en los
últimos 3 meses. Por el contrario, hablamos de vitíligo estable cuando las
lesiones permanecen igual en los últimos 12 meses.
Tras el tratamiento (dos años más tarde) |
La valoración inicial de un paciente con vitíligo, según este
artículo, debería ser de 30 a 45 minutos (qué graciosos). Menos mal que
nosotros hacemos lo mismo en 10 minutos, que incluyen la anamnesis, la exploración,
la toma de imágenes cuando corresponda y explicarle al paciente la naturaleza
de la enfermedad, las expectativas, y las alternativas de tratamiento.
¿Y cómo hacemos para definir la “gravedad” de un vitíligo?
Porque de eso también va a depender el tratamiento. Vaya por delante que tener
vitíligo no tiene implicaciones directas sobre la salud de la persona. Al menos
en el terreno físico, más allá de que la piel afecta se quemará por el sol y
tendremos que protegerla bien. Ni siquiera pica, así que la repercusión va a
producirse en la esfera psicológica y social. Existen diferentes escalas que
permiten “medir” el vitíligo, como el VASI (vitíligo area scoring index), el
VES (vitíligo extent score) y algunos más, incluidas escalas autorreportadas
por el paciente (SA-VES). La extensión representa solo uno de los aspectos de
la percepción de gravedad por parte de los pacientes, ya que debemos además
tener en cuenta la localización (áreas visibles), el impacto de la enfermedad,
el fototipo del paciente y la actividad. Por todo ello también se recomienda
valorar diferentes escalas de calidad de vida, como el VIPs (vitiligo impact
patient scale) o VitiQOL (vitiligo quality of life scale), aunque en la
práctica diaria todos estos ítems no se suelen calcular por falta de tiempo.
Y ¿cómo decidimos el tratamiento? Pues parece que la mayoría
de expertos están de acuerdo en que ofrecer un tratamiento precoz siempre es
beneficioso (si decidimos tratarlo, claro), sobre todo en el vitíligo
rápidamente progresivo, pero también en lesiones estables. La posibilidad de
repigmentación depende también de la zona anatómica y toda esa información
deberemos intentar trasladarla al paciente con la finalidad de tomar decisiones
de manera compartida. Incluso la despigmentación total puede ser un objetivo
terapéutico en muchos casos, ya que a nivel estético es más aceptable y menos
llamativo para algunas personas.
Como que no va a dar tiempo a hablar de todo, hoy nos
centraremos en el tratamiento del vitíligo no segmentario (VNS). En el artículo
elaboran un algoritmo en función del objetivo terapéutico que hayamos
consensuado con el paciente. Ojo porque no todas las alternativas se pueden
ofrecer en todos los ámbitos (pública/ privada) ni en todas las circunstancias,
así que, como siempre, el tratamiento debe ser individualizado, teniendo en
cuenta que en muchas ocasiones el “primum non nocere” será lo más
adecuado. Lo que sí que vale para todas las situaciones es evitar el fenómenode Köebner, la posibilidad de maquillaje de camuflaje y la fotoprotección. Pero
primero vamos a repasar ese algoritmo:
-
Si lo que buscamos es estabilizar la enfermedad
(que no vaya a más), diferenciamos dos situaciones:
o
Enfermedad activa en los últimos 6 meses:
tratamiento tópico (corticoides o inmunomoduladores) o fototerapia UVB de banda
estrecha. Se puede considerar el tratamiento sistémico (minipulsos de
corticoides orales) en algunas circunstancias.
o
Enfermedad estable en los últimos 6 meses: en
este caso podemos relajarnos y mantener una actitud expectante, o bien optar
por un tratamiento de mantenimiento con corticoides o inmunomoduladores tópicos
dos veces por semana.
-
Si nuestro objetivo es la repigmentación de las
lesiones, también diferenciaremos dos situaciones:
o
Enfermedad activa o estable en los últimos 6
meses: tratamiento tópico (corticoides o inmunomoduladores) o fototerapia UVB
de banda estrecha. Se puede considerar el tratamiento sistémico (minipulsos de
corticoides orales) en algunas circunstancias. O sea, lo mismo que la opción
anterior.
o
Pero si la enfermedad está estable en los
últimos 12 meses, no ha respondido al tratamiento y tiene una extensión
limitada, se pueden considerar las alternativas quirúrgicas.
-
Como decíamos, existe una última posibilidad, cuando
decidimos optar por despigmentar la piel sana, en aquellas situaciones
resistentes al tratamiento que afecten áreas visibles. Esto puede conseguirse con
monobenzona, láser o crioterapia. Hay que estar muy seguro, porque es un camino
de un solo sentido.
Iba yo a explicar a continuación las diferentes opciones de tratamiento, pero creo que lo dejaré para la próxima semana para que esto no quede demasiado largo, que seguro que tenéis cosas mejores que hacer.
Como podéis ver por las fotos, a Fátima no le fue nada mal con el tratamiento tópico (pautamos corticoides tópicos en primer lugar y después mantuvimos una temporada larga con tacrolimus al 0,1%) y, de momento, la cosa se mantiene estable.
Hoy nos despedimos desde New York con este vídeo.
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