16 agosto 2025

Dermatitis por Pyemotes: el ácaro de la carcoma

Pyemotes ventricosus es un ácaro diminuto (aunque se puede ver a simple vista, si no tienes presbicia: el macho mide 0,16 mm y la hembra, 0,22mm, y la hembra grávida mide hasta 2 mm), que se dedica a parasitar, e incluso matar, las larvas o ninfas de numerosos insectos, los cuales residen en diferentes hábitats, como semillas, grano, paja y madera. Una de sus principales víctimas son las larvas de coleópteros que perforan la madera (carcoma).

Ya os podéis imaginar que nuestro pequeño protagonista es el responsable de las lesiones que presentaba Humberto, una dermatitis por Pyemotes, entidad poco conocida pero seguramente más frecuente de lo que pueda parecer, que debe sospecharse en personas que presenten lesiones pruriginosas en zonas expuestas (no necesariamente) y que hayan estado en contacto con mobiliario de madera, sobre todo en alojamientos poco frecuentados (que hayan estado cerrados durante largos periodos). Es en estos lugares donde es común encontrar larvas de las especies de pequeños escarabajos que perforan la madera (carcoma), aunque son los ácaros los responsables de la clínica cutánea. También se han documentado brotes ocupacionales relacionados con tareas del campo, como la cosecha, o en coleccionistas de muebles antiguos o restauradores.

Humberto, el primer día

Las lesiones cutáneas se desarrollan tras el contacto con el ácaro (unas 24 horas), sin invasión epidérmica (no es como la sarna), con la consiguiente reacción inflamatoria. Casi todos los casos publicados en la literatura se produjeron entre primavera y verano, ya que Pyemotes spp. necesita temperaturas cálidas para completar su ciclo vital (26ºC), dato que debemos tener en cuenta si sospechamos ese diagnóstico.

Clínicamente se presenta en forma de pápulas eritemato-edematosas persistentes, con un punto o vesícula central (hasta ahí, parecido a la picadura de cualquier artrópodo), pero lo verdaderamente característico de esta dermatitis, que nos permite realizar el diagnóstico, es el llamado “signo de la cometa”. Descrito por Del Giudice y colaboradores en el año 2007, se considera una imagen prácticamente patognomónica de esta dermatitis. Desde la lesión eritematosa, surge un trayecto lineal o serpiginoso al cabo de 12-24 horas. Hay discusiones de si es o no una linfangitis, porque no siempre sigue un trayecto linfático definido, ni suele doler. Podéis ver algunos casos más en este artículo de Actas Dermo-Sifiliográficas o en esta imagen del NewEngland Journal of Medicine.

The American Journal of Tropical Medicine and Hygiene 100, 5; 10.4269/ajtmh.18-1006

En 2022, I. Vellere y colaboradores publicaron una revisión bastante extensa de este tipo de dermatitis, con 40 casos. La media de diagnóstico fue de 37 años (todos adultos, excepto un lactante de 20 meses), con un ligero predominio de mujeres (56%) y con el verano como principal momento del diagnóstico (muchos casos diagnosticados en invierno provienen de otras áreas geográficas cálidas). En Europa se reportaron la mayor parte de los casos (65%), seguido de Estados Unidos (25%). Respecto al origen, el grano representó el 47% y la madera, el 35%. Las lesiones se localizaron predominantemente en el tronco (29%) y el prurito fue el síntoma principal, en ausencia de signos sistémicos (aunque hasta en el 10% de los casos se reportó fiebre). El signo de la cometa, considerado patognomónico, se describió en el 28% de los casos. El diagnóstico fue clínico en la mayor parte de los casos descritos y el tratamiento, sintomático, con corticoides tópicos y antihistamínicos orales en el 46%.

El primer brote descrito corresponde al año 1909, entre la tripulación de un yate privado, por el contacto con colchones de paja infestados por el ácaro. De hecho, en algo más de un siglo de historia de esta dermatitis, la epidemiología ha cambiado bastante y, si al principio se veían brotes ocupacionales, casi siempre ligados a la agricultura, hoy en día los casos que vemos son más aislados y relacionados con actividades vacacionales de verano en el ámbito rural.

Como decíamos, es una dermatitis autolimitada, y el tratamiento, sintomático hasta la resolución del cuadro, en 1-2 semanas.

De nuevo muchas gracias a  Alejandro Claudio Oliva, residente de 4º año de Dermatología en el Hospital Universitario Puerta del Mar, en Cádiz, por prestarnos este caso tan ilustrativo.

Y como decimos siempre, no puedes diagnosticar lo que no conoces, así que ya sabéis. Nos despedimos bajo el agua, como casi siempre.

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