10 mayo 2025

Orf: el virus que vino del ovino

El virus del orf es un miembro de la familia Poxviridae, del género Parapoxvirus, muy contagioso entre animales y de distribución mundial, que infecta principalmente ovejas y cabras y que produce una zoonosis que se denomina ectima contagioso (aunque casi siempre se denomina orf), una zoonosis ocupacional que afecta principalmente a veterinarios, pastores y carniceros que están en contacto con estos animales. Otros virus de la familia poxvirus pueden provocar una clínica idéntica e indistinguible en los humanos a partir de los respectivos reservorios (como el nódulo del ordeñador, del ganado bovino).

El caso de nuestra carnicera Humbelina nos lo ha cedido amablemente el Dr. Pablo López Sanz, adjunto de dermatología en el Hospital de Reus y publicado recientemente en Actas Dermo-Sifiliográficas. En este caso se realizó una biopsia cutánea, observándose una dermatitis perivascular superficial y profunda, con abundantes eosinófilos, siendo la muestra que se remitió a microbiología negativa para bacterias, micobacterias y hongos. La lesión se resolvió a las tres semanas sin ningún tratamiento y sin dejar cicatriz residual, pero nos sirve para repasar esta enfermedad ocupacional, quizá no tan rara como podáis pensar y posiblemente más conocida entre ganaderos y veterinarios que entre médicos. Si queréis ampliar la información, aquí os dejo otro artículo de H. Thompson publicado en la revista Cutis en 2022 con 5 casos y una revisión de la literatura.

La mano de Humbelina, el día de la primera visita

Como decíamos el orf es una infección viral zoonótica, altamente contagiosa, pero autolimitada, que se puede presentar en personas que están en contacto con ganado ovino. Además de ectima contagioso, también se la conoce como dermatitis infecciosa pustular. El virus del orf es un virus de ADN con características epiteliotrópicas. El contagio se ve favorecido por la pérdida de integridad cutánea y función barrera de la piel, nada infrecuente en estas profesiones (basta cualquier pequeña grieta, herida o abrasión) y la transmisión se produce por contacto directo con una cabra u oveja infectada (viva o muerta), que suelen exhibir unas llagas costrosas alrededor de la boca (o también en las piernas o en las ubres). La infección también se puede transmitir a partir de fómites contaminados (cuchillos, baldes, etc.). Además, el virus es resistente al secado y a la congelación y puede permanecer viable durante meses o años. La autoinoculación y la transmisión entre humanos es muy rara, afortunadamente.

En personas inmunocompetentes el orf se presenta típicamente como una lesión asintomática (de 1 cm de diámetro más o menos) en el dorso de las manos o dedos que va cambiando de aspecto en poco tiempo. Puede presentarse como lesiones múltiples y, de manera menos frecuente, en otras localizaciones, como la cabeza o axilas, después de un periodo de incubación de 3 a 7 días después de la inoculación, progresando a partir de entonces en 6 estadios clínicos en un curso de 6 a 8 semanas, para posteriormente curarse sin necesidad de ningún tratamiento. La duración de cada fase es de alrededor de una semana y las enumeramos a continuación:

  • Estadio máculo-papular (pápula eritematosa solitaria).
  • Estadio dianiforme (pápula o nódulo gris-blanquecino, con centro necrótico y un halo periférico eritematoso).
  • Estadio nodular agudo exudativo (también lo llaman “llorón”).
  • Estadio regenerativo nodular seco (pápula o nódulo firme, costroso).
  • Estadio papilomatoso (pápula o nódulo con superficie papilomatosa).
  • Estadio de regresión (lesión que va disminuyendo de tamaño y se resuelve, habitualmente sin cicatriz residual).

Raramente se puede observar fiebre, malestar general o adenopatías acompañando a la lesión cutánea.

Ahora bien, en pacientes inmunocomprometidos (especialmente en aquellos con disfunción congénita o adquirida de las células T), la cosa se puede complicar un poco más, con lesiones atípicas, dolorosas, de gran tamaño y más persistentes.

Las potenciales complicaciones del orf incluyen sobreinfección bacteriana y linfangitis. Además, ocasionalmente puede inducir reacciones inmunológicas secundarias, como eritema multiforme, erupciones pápulo-vesiculares, reacciones ide y enfermedades ampollares autoinmunes, ya que los anticuerpos anti-laminina 332 pueden jugar un papel en este último caso.

Si realizamos una biopsia (aunque no siempre es necesario), los hallazgos microscópicos van a depender del estadio clínico en el que nos encontremos. Por resumir, podemos observar paraqueratosis, hiperplasia epidérmica irregular, degeneración baloniforme de queratinocitos, vesiculación intraepidérmica, inclusiones intracitoplasmáticas e intranucleares con queratinocitos vacuolados, aumento de la vascularización dérmica, edema dérmico papilar y un infiltrado inflamatorio mixto.

Para realizar el diagnóstico es suficiente con la sospecha clínica y los hallazgos de la exploración física, en un contexto epidemiológico adecuado. O sea, que a partir de ahora los lectores del blog juegan con ventaja. Cuando tenemos dudas, una biopsia o test molecular (PCR) nos puede ayudar a confirmar el diagnóstico.

El diagnóstico diferencial puede ser bastante amplio, pero ante lesiones con ese aspecto en pacientes en contacto con animales, sobre todo deberemos descartar el llamado nódulo del ordeñador (pseudoviruela del ganado vacuno o paravaccinia, indistinguible del orf pero que es transmitida por vacas) y el ántrax cutáneo (enfermedad bacteriana producida por Bacillus anthracis, también a partir de contacto con carne o animales infectados). Otras entidades que pueden dar lesiones parecidas son el sealpox (focas), yatapoxvirus (monos y babuinos), molusco gigante, micobacterias atípicas, leishmania cutánea, herpes simple, granuloma piógeno, tularemia, esporotricosis, queratoacantoma y algunas más.

El tratamiento no es necesario si tenemos claro el diagnóstico, ya que la resolución espontánea es la norma, aunque se pueden recomendar antisépticos tópicos para minimizar el riesgo de sobreinfección bacteriana. En pacientes inmunocomprometidos sí que puede ser necesario intervenir, aunque no queda clara cuál es la mejor alternativa terapéutica y en la literatura se han publicado casos tratados con crioterapia, electrocoagulación, curetaje, imiquimod, inyecciones intralesionales de interferón o cidofovir tópico.

La reinfección puede ocurrir, ya que no deja inmunidad, aunque en estos casos las lesiones suelen ser más pequeñas y se resuelven antes. La utilización de guantes cuando se trata con animales infectados reduce el riesgo de transmisión. Las vacunas existen para su uso en animales y son parcialmente efectivas, pero no se utilizan en humanos.

Nos despedimos hasta la semana que viene, terminando ya nuestro Congreso Nacional en Valencia, no sin antes agradecer al Pablo López Sanz el haber compartido este interesante caso con todos nosotros. Tranquilos, que 7 días pasan en un pis-pas. Y si no, echadle un ojo al siguiente vídeo. 

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