09 febrero 2022

Agioqueratoma: feo, pero bueno

Aunque a simple vista la lesión de Candelaria podía parecer bastante sospechosa (por aspecto y aparición relativamente reciente), el dermatoscopio nos dejaba bastante más tranquilos y es que esas lagunas negras y rojas no dejaban ninguna duda de que estábamos ante un angioqueratoma.

Lo sé, me repito más que el ajo. Hace casi 10 años que hablamos largo y tendido sobre esta curiosa lesión (podéis repasarlo aquí) y algunos menos cuando hablamos de su forma genital y de la dermatoscopia, así que hoy vamos a dejarlo en un rápido resumen para los que van con prisas, gentileza de la 4ª edición del Bolognia.

Imagen dermatoscópica (angioqueratoma solitario)

Como ya dijimos en su momento, un angioqueratoma consiste en la presencia de ectasias de los vasos en dermis además de acantosis e hiperqueratosis de la epidermis que lo recubre, y a excepción del angioqueratoma circunscrito (que es en realidad una malformación capilar-linfática o capilar), son consecuencia de la dilatación ectásica de vasos preexistentes en la dermis papilar. Se reconocen cinco variantes: los angioqueratomas solitarios o múltiples, los del escroto y vulva (angioqueratomas de Fordyce), el angioqueratoma corporal difuso (en la enfermedad de Fabry), el angioqueratoma de Mibelli y el angioqueratoma circunscrito.

Los más frecuentes son los dos primeros tipos y en el caso de Candelaria se trataba de un angioqueratoma solitario, que suele presentarse como una pequeña pápula negruzca y a veces verrucosa en las extremiades inferiores (aunque pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo). Se cree que estas lesiones son la consecuencia de una lesión o irritación crónica de la pared de una vénula en la dermis papilar. Lo más relevante es que las lesiones solitarias se pueden confundir muy fácilmente con un melanoma debido a su color oscuro. Afortunados quienes disponemos de dermatoscopio, pues nos va a permitir quedarnos tranquilos en cuestión de segundos, y es que podremos apreciar la presencia de lagunas oscuras (rojo-negras o rojo-azuladas), áreas queratósicas blancas-amarillas y velo blanquecino. Por supuesto, la ausencia más absoluta de retículo pigmentado nos permite descartar de entrada que nos encontremos ante una lesión melanocítica.

Así pues, tranquilidad y buenos alimentos. Candelaria se quedó mucho más tranquila, aunque le extirpamos la lesión en la consulta en previsión de que le pudiera llegar a molestar, lo que además nos permitió confirmar el diagnóstico.

Y con la tontería, hemos llegado a los 29 millones de visitas en este blog, así que nada más que daros las gracias por seguir ahí, semana a semana.

Así que poco más por hoy. Si queréis emociones más fuertes, tendréis que esperar al próximo sábado. Nos vamos a París, ¿por qué no?

Paris 9/19 from rcjohnso on Vimeo.

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