Ya era hora de hablar del tratamiento sistémico de la
psoriasis en placas, una enfermedad que afecta a casi el 3% de la población
merece más protagonismo en este blog, pero es un tema tan extenso que siempre
lo he ido posponiendo, al menos desde una perspectiva más global (de psoriasis
sí que hemos hablado en muchísimas ocasiones). Lo haremos de manera bastante
resumida, siguiendo las últimas recomendaciones europeas publicadas en 2020 (EuroGuideDerm),
pero con un enfoque “dermapixeliano”. Esta semana nos centraremos en los
tratamientos sistémicos denominados “clásicos” y dejaremos para otro día
(prometo que no será dentro de otros 14 años) los fármacos biológicos y
pequeñas moléculas que, aunque seguimos explicándolos por separado, hace ya 20
años que los hemos incorporado en nuestra práctica clínica habitual, así que
cada vez pueden considerarse más “vintage”. Por ir acotando, nos referiremos a
pacientes adultos con psoriasis en placas.
Pero antes de empezar a hablar de fármacos, una serie de
consideraciones:
Lo primero de todo, tendremos que definir la gravedad de la
psoriasis para justificar un tratamiento sistémico o fototerapia. Eso ya lo
comentamos hace años (lo podéis refrescar en este enlace), pero básicamente se
puede resumir en que consideraremos un paciente con psoriasis como moderada o
grave (y, por tanto, susceptible de tratamiento sistémico) aquel que tenga un
PASI > 10 o un BSA > 10 (superficie corporal) o puntúe > 10 en la escala
de calidad de vida DLQI. Las localizaciones “especiales” tienen una especial
consideración (cuero cabelludo, cara, genital, palmo-plantar).
En segundo lugar, antes de iniciar cualquier tratamiento,
deberemos tener claras (y explicárselo al paciente) cuál es nuestro objetivo
terapéutico, lo que nos ayudará en la toma de decisiones futuras. A pesar de
sus limitaciones, el PASI sigue siendo el estándar más aceptado de medida de
actividad de la enfermedad, prefiriéndose cada vez más hablar de PASI absoluto
(<2-3) que de mejoría relativa (PASI 90, como valor más aceptado con los
nuevos tratamientos), pero siempre individualizando cada caso en concreto
(tratamos pacientes, no enfermedades). ¿En cuánto tiempo? Pues intentamos no
tirar la toalla antes de 10-12 semanas después de iniciar cualquier
tratamiento.
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Evolución de Virgilio tras inicio de metotrexato subcutáneo |
El elevado impacto económico de las nuevas terapias
(biológicos y pequeñas moléculas) ha hecho que aparezcan elementos no clínicos
en la toma de decisiones (incluyendo gestores y pagadores), aunque gracias a la
irrupción de los biosimilares se ha facilitado el acceso a estos tratamientos.
Es importante remarcar este punto, porque de no ser por el coste de la
innovación probablemente cualquier dermatólogo trataría a sus pacientes con
psoriasis moderado-grave con las nuevas terapias de las que hablaremos
próximamente. Eso no quiere decir que los tratamientos clásicos no nos sigan dando
muchas alegrías (sin ir más lejos, mirad la evolución de Virgilio en pocos
meses con metotrexato 15 mg cada semana en monoterapia por vía subcutánea).
Siempre que planteamos cualquier tratamiento sistémico en un
paciente con psoriasis tendremos que conocer cuáles son sus comorbilidades, si
es que las tiene. Así que, como mínimo, necesitaremos una analítica basal con
serologías, conocer sus factores de riesgo cardiovascular, si tiene o no
artropatía psoriásica, uveítis, enfermedad inflamatoria intestinal, diabetes,
hipertensión, dislipemia, patología renal, enfermedades neurológicas,
neoplasias o patología psiquiátrica. Cosas como si tiene carnet de coche o cuál
es su horario laboral nos pueden hacer descartar de entrada la fototerapia y,
si tiene pánico a las agujas, quizá mejor empezar por un tratamiento oral que
uno pinchado. Además, tendremos que conocer si tienen o no deseo gestacional
para elegir el tratamiento. También tendremos que saber si consumen tabaco,
alcohol u otras drogas. Son visitas largas en la que se habla de muchas
cuestiones, aunque lamentablemente no dispongamos de mucho tiempo en la
consulta.
Como tratamiento sistémico “clásico” o convencional
entendemos la fototerapia (aunque no demos pastillas), el metotrexato, la
ciclosporina, la acitretina y los fumaratos. En entradas previas los hemos
repasado casi todos uno a uno, así que aquí va un resumen:
- Acitretina. Su eficacia en términos globales es la más flojita y no es especialmente rápido, pero es el único tratamiento que actúa directamente sobre el queratinocito y, por tanto, no tiene un efecto inmunosupresor, así que tiene su nicho, especialmente en localización palmo-plantar. Es un retinoide y, por tanto, teratógeno, así que hay que tener en cuenta que hay que mantener la anticoncepción durante dos años después de finalizar el tratamiento. Por eso no es un tratamiento que se plantee de entrada en mujeres fértiles. Por este mismo motivo los pacientes no podrán ser donantes de sangre también hasta dos años después de finalizarlo. Aún con todo, su perfil de seguridad es bueno y el efecto adverso más frecuente es la sequedad de mucosas. Otros potenciales efectos adversos son la hipertrigliceridemia y la caída difusa de cabello. También puede producir un aumento de transaminasas. No es eficaz en caso de artritis psoriásica y precisa controles analíticos. Se administra por vía oral en una dosis diaria (lo más habitual 10-35 mg/d). Precisa visado.
- Ciclosporina A. Es mucho más eficaz, pero con más potenciales efectos adversos, precisando controles analíticos más estrechos, sobre todo a dosis más altas. Se da por vía oral en dos tomas diarias, a dosis de 2,5-5 mg/kg/día. Su principal complicación es la afectación de la función renal y la hipertensión arterial (por vasoconstricción de las arterias renales), que es lo que limita su uso en el tiempo. Tiene un efecto inmunosupresor más potente, que debe ser tenido en cuenta. Además, la hiperplasia gingival y la hipertricosis se pueden presentar en menos del 15% de los pacientes tratados. Está contraindicado en pacientes con insuficiencia renal, hipertensión arterial no controlada, infecciones, pacientes con neoplasias asociadas, y no se recomienda en combinación con fototerapia (por el riesgo de cáncer cutáneo). Tampoco es el mejor fármaco en pacientes diabéticos por la posible afectación renal. Además, tiene muchas potenciales interacciones con otros medicamentos. Ah, y los pacientes no deben tomar pomelo durante el tratamiento. Aun así, es un medicamento muy eficaz que nos saca de más de un apuro cuando lo que queremos es rapidez, o mientras valoramos otras alternativas de tratamiento. Tampoco sirve para la artritis psoriásica. También requiere visado.
- Dimetilfumarato. En España hace relativamente pocos años que disponemos de este medicamento, pero los fumaratos tienen mucho recorrido en Alemania, donde están mucho más acostumbrados a utilizarlos. Su principal problema es la tolerancia gastrointestinal (60%) y flushing facial, que obliga a hacer una lenta y compleja escalada de dosis no apta para todos los pacientes. Es un medicamento oral, precisa visado, tiene un coste elevado y su eficacia es moderada. Además, va a requerir controles analíticos, con especial atención a la linfopenia, que puede presentarse en el 50% de pacientes. Está contraindicado en el embarazo y lactancia y tampoco nos servirá para aquellos pacientes con artropatía psoriásica.
- Metotrexato. Probablemente es el medicamento clásico más utilizado, con un perfil beneficio-riesgo más favorable y también por su comodidad, ya que sólo se administra una vez por semana, tanto por vía oral como por vía subcutánea. En dermatología las dosis más habituales oscilan entre 10 y 20 mg semanales. Tiene una eficacia intermedia entre ciclosporina y acitretina y es eficaz en artritis psoriásica (excepto en las formas axiales). Aunque puede dar problemas de tolerancia, sobre todo digestiva, es frecuente que las molestias mejoren con el paso de las semanas. La hepatotoxicidad es el efecto adverso más frecuente y obliga a realizar controles analíticos. La neumonitis intersticial está descrita, pero es excepcional y la depresión medular se asocia principalmente en errores de dosificación. En caso de intolerancia gastrointestinal, el consumo de café y/o chocolate negro pueden ayudar. El embarazo también está contraindicado.
- Fototerapia. La fototerapia en sus dos modalidades (UVB de banda estrecha a 311 nm o PUVA -psoralenos asociados a UVA-) son muy eficaces en la psoriasis en placas y, sobre todo el UVB de banda estrecha, tiene un perfil de seguridad excelente. Evidentemente tampoco es eficaz para pacientes con artritis. Sin embargo, tiene el inconveniente de la logística, ya que requiere que el paciente se desplace al hospital 2-3 veces a la semana para recibir el tratamiento, durante 2-3 meses. Se puede combinar con acitretina (RE-UVB) y con metotrexato.
Antes de la era de los biológicos muchos pacientes recibían
varios de estos tratamientos de manera secuencial (hay que recordar que, a día
de hoy, ni los clásicos ni los más nuevos “curan” la enfermedad). Hoy en día,
en pacientes con una gravedad que lo justifique, lo más habitual es pasar a
terapia biológica en caso de fallo a dos o más líneas de tratamiento
convencional o de contraindicación a los mismos. Pero de todo esto hablaremos
en otro momento, que hoy esto nos ha quedado un poquito largo.