18 agosto 2021

Úlcera eosinofílica de la mucosa oral: parece malo, pero no lo es

Todas las lesiones ulceradas y persistentes en la mucosa oral deben ponernos sobre aviso y encender todas las alarmas. Nuestro trabajo es ponernos en lo peor y que no se nos pase un carcinoma escamoso, pero también debemos conocer otras alternativas diagnósticas que nos ayudarán a interpretar adecuadamente las exploraciones complementarias.

Y es que Rafaela tenía lo que llamamos una úlcera eosinofílica de la mucosa oral (UEMO), entidad completamente benigna y sin mayor trascendencia que la alarma que provoca en el paciente y médicos que lo atienden. Es muy poco frecuente, apenas descrita en la literatura y a lo largo de los años ha recibido múltiples denominaciones. Descrita por primera vez por un médico italiano, Antonio Riga en 1881, los estudios histológicos con los casos fueron publicados por F. Fede en 1890, de ahí que se conociera también con el nombre de enfermedad de Riga-Fede, en lo que sería la expresión de la UEMO en niños, seguramente provocada por el trauma de los movimientos de succión sobre los incisivos inferiores en la lactancia, puesto que la mayoría de autores coinciden en que su etiología es principalmente traumática o que, por lo menos, el factor traumático sería determinante en ese daño tisular, aunque otros proponen un mecanismo más complejo de la inmunidad mediada por linfocitos T y más recientemente se ha podido demostrar en algunos casos la existencia de una proliferación de linfocitos T CD30+ (clonal o no), aunque en realidad la etiología exacta sigue siendo un misterio.

Un mes más tarde, estaba casi curada

Puede aparecer en cualquier grupo de edad, tanto en hombres como en mujeres, siendo la lengua la localización más frecuente. Se caracteriza por una ulceración única (aunque se han descrito casos con varias lesiones) de bordes netos, indolora en el 70% de los casos, que se suele ubicar (>50%) en la cara ventral de la lengua, aunque también puede hacerlo en los labios, mucosa yugal, encías o paladar. Su aspecto hace plantear un amplio diagnóstico diferencial, incluyendo sífilis, carcinoma escamoso, úlcera traumática, tuberculosis, histoplasmosis, etc. Dado el aspecto llamativo de la lesión, lo más habitual es que terminemos realizando una biopsia al paciente, que es lo que nos va a proporcionar el diagnóstico definitivo, ya que típicamente la biopsia muestra un infiltrado inflamatorio con un marcado predominio de eosinófilos y una cantidad más variable de linfocitos T. Lo más habitual es que la úlcera epitelice sin tratamiento en un mes, aunque a veces tarda mucho más, hasta 8 meses, y puede presentar recurrencias en el 15% de los casos. El tratamiento quirúrgico se plantea en ocasiones en aquellos casos muy persistentes.

Rafaela se llevó una biopsia y unas serologías que fueron negativas, confirmándose el diagnóstico y quedándonos mucho más tranquilos, tanto los otorrinos como nosotros (no digamos la propia paciente). Al cabo de un mes la lesión se había reducido y finalmente epitelizó por completo sin ningún tratamiento más que un colutorio antiséptico.

Agradecer a nuestro compañero Ignacio Torné la cesión de las fotos para poderos explicar esta entidad, que aunque infrecuente, vale la pena conocer. Nos vemos el próximo sábado. Hoy os dejo con un recopilatorio de los mejores momentos de buceo del verano del año pasado (al fin pude editar el vídeo). Espero que os guste.



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