14 octubre 2015

Milia neonatal y la piel del recién nacido

Aina tenía milia neonatal (o quistes de milio). Nada importante, ya que aparecen en el 40-50% de todos los recién nacidos como consecuencia de la retención de queratina en la dermis, en forma de diminutas pápulas de 1-2 mm, de color blanco o amarillento, particularmente prominentes en la nariz, mejillas, mentón y frente. Pueden llegar a ser muy numerosas, y en ocasiones se agrupan. A veces incluso pueden llegar a aparecer en otras partes del cuerpo, como tronco, extremidades, o genitales (aunque eso es menos frecuente). Lo más normal es que desaparezcan espontáneamente hacia la 3ª o 4ª semana de vida (en ocasiones persisten hasta los 2-3 meses) sin necesidad de realizar ningún tratamiento.
Aunque es un proceso fisiológico y normal, vale la pena conocer que en casos de extensión anómala o persistentes más allá de los 3 meses, hay que pensar en otras patologías en las que esta puede ser una de sus manifestaciones, como la tricodisplasia hereditaria (hipotricosis de Marie-Unna), formas distróficas de epidermolisis bullosa, síndrome de Rombo, etc.

Aina, unas semanas más tarde (sin milia y cada día más guapa)

¿Por qué insistimos en no realizar ningún tratamiento? Empecemos por el principio: la piel del bebé. Porque un neonato no es en absoluto una versión reducida de un adulto (eso es algo que los pediatras tienen bastante claro), y la piel es uno de los órganos donde esas diferencias son más notorias. La piel del bebé es sensiblemente más delgada que la de un adulto (entre un 40-60%), tiene menos vello y la unión entre dermis y epidermis es mucho más débil. Todo eso hace que un recién nacido presente un mayor riesgo de heridas, absorción percutánea e infecciones relacionadas con la piel, y se acentúa en bebés prematuros, especialmente los nacidos antes de las 32-34 semanas de gestación, con problemas asociados a un estrato córneo inmaduro (la capa más superficial de la piel), incluyendo un aumento en la pérdida de agua transepidérmica (TEWL), lo que puede traducirse en una mayor morbilidad asociada a deshidratación, desequilibrio hidroelectrolítico y termorregulación.

Vale la pena hacer hincapié en los riesgos de toxicidad percutánea a partir de productos aplicados tópicamente en bebés (especialmente en prematuros), que se produce por un doble mecanismo: a través del estrato córneo, por vía transepidérmica, y a través del folículo pilo-sebáceo (la vía transanexial). Todo ello, unido al aumento de relación superficie corporal-peso respecto a un adulto, hace que podamos tener cuadros graves o incluso mortales en estos niños a partir de la aplicación de cremas y otras sustancias aparentemente inocuas. En la siguiente tabla van algunos ejemplos.


El cuidado de la piel en el recién nacido.
La piel del neonato aparece recubierta de una sustancia grasa de un color blanco-grisáceo denominada vérnix caseosa, la cual representa una protección fisiológica que deriva parcialmente de la secreción de las glándulas sebáceas y, por otra parte, de los productos de degradación de la epidermis del bebé. Podríamos decir que es una especie de crema natural “resistente al agua” que protege al feto sumergido en el líquido amniótico intrautero. Algunos estudios además sugieren que no debería retirarse después del nacimiento debido a este efecto protector (se iría desprendiendo solo durante las primeras semanas de vida).

De lo que no cabe ninguna duda es de que la piel es nuestro principal órgano protector, y que cualquier brecha en su integridad es una oportunidad para la irritación y la infección. La importancia de los cuidados en el bebé radica en que el neonato no presenta la flora protectora que tenemos los adultos, que el cordón umbilical es una potencial puerta de entrada de problemas y que el bebé se encuentra expuesto al contacto con objetos y personas potencialmente portadoras de agentes infecciosos.

Después del nacimiento se recomienda retirar con delicadeza y con agua los restos de sangre y meconio, así como la vérnix caseosa de la cara, dejando que el resto se desprenda por sí sola. A día de hoy tiende a curarse el cordón umbilical con clorhexidina acuosa, evitando otros productos, aunuqe el alcohol etílico de 70º también es un estándar. Los pediatras recomiendan que los primeros días el cordón esté lo más "al aire" posible, por lo que se aconseja utilizar ropita de dos piezas en vez del consabido body. Tampoco se recomienda el uso de toallitas húmedas para el cambio de pañales (al menos hasta que son un poquito más mayores), sino agua y un jabón suave (syndet). Y de recién nacidos no son necesarios otros productos tipo cremas hidratantes, etc., que sí que pueden ser recomendables transcurridas las primeras semanas de vida. ¿Bañarlos todos los días o no? Mejor esperar al primer baño a que se le haya caído el cordón. A partir de ahí, esto ya da para un nuevo post.

Nota: Gracias a Amalia Arce por sus consejos en lo referente a los cuidados del cordón umbilical. Aquí tenéis más información, en su maravilloso blog.

¿Sois curiosos? El estudiante que ganó un premio con este vídeo, parece que sí.


Student Design Award Winner - Curiosity: Exploration and Discovery from RSA Student Design Awards on Vimeo.

3 comentarios:

  1. Como ya exponías mas que el diagnóstico, la clave era la descripción del cuidado de la piel del RN en los primeros días. Como siempre resuelta de manera concisa, aunque el tema genera diferentes opiniones, empezando ya con lo de clorhexidina o alcohol 70 %.o simplemente algo mas artificioso como si es el o la vérnix caseosa, indistintamente visto en publicaciones. Una vez mas agradecidos, y a colaborar para conseguir el reconocimiento mediáttico, que el nuestro ya lleva años ganado.

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  2. Excelente revisión muy útil en consulta diaria primer nivel. Estaría muy agradecida si habláramos de cuidados y problemas frecuentes con cordón umbilical

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