sábado, 28 de septiembre de 2013

Me pica la cabeza y no son piojos

Matilde entró en la consulta acompañada por un directivo del hospital, adquiriendo automáticamente el estatus de “paciente recomendada”. Con los pacientes recomendados la Ley de Murphy se cumple a rajatabla, de manera que si algo puede salir mal, saldrá mal. Así que mi sentido arácnido estaba hiperactivado.

Sonrisa de oreja a oreja, me abrocho la bata hasta arriba. “-¿En qué puedo ayudarla?”. La respuesta, bastante simple: “-Me pica mucho la cabeza… y no son piojos”. De modo que Matilde no sabía lo que tenía, pero sí lo que no tenía, que para eso su peluquera la había estado explorando concienzudamente y había decidido que lo mejor era que la viera un dermatólogo para que le hiciera unas pruebas de alergia. Y como que Matilde pertenecía a la alta sociedad y tenía contactos, aquí estaba, en la consulta (corría el mes de agosto y los dermatólogos buenos estaban de vacaciones).

Cuello posterior y zona dorsal alta

A todo esto, la señora Matilde, de 65 años, hipertensa y con una hipercolesterolemia leve que trata con yogures (que para eso lo dice Don Vicente del Bosque por la tele), nos explica con más detalle que le pica toda la cabeza desde hace más de 1 mes, pero sobre todo la zona occipital, llegando a la zona alta de la espalda. Incluso se hace pequeñas heridas de tanto rascarse. No tiene picor en otras localizaciones ni ninguna otra sintomatología asociada.

Pues bien, de momento esta es toda la información de la que disponemos. ¿Hacemos caso a la peluquera y le pedimos pruebas epicutáneas? ¿Podría ser del tinte del cabello? ¿Hacemos una biopsia y nos curamos en salud? ¿O miramos otras cosas? ¿Una analítica con marcadores tiroideos, IgE y ferritina? ¿Pedimos ANA?

El miércoles sabremos el desenlace de este misterioso caso (o en este link). El vídeo de hoy da un poco de miedo, pero es una pasada. Se trata del vídeo de Trhiller de Michael Jackson recreado con piezas de Lego en stop motion. Para legomaníacos.


Lego Thriller by Annette Jung from Talking Animals on Vimeo.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Carcinoma epidermoide de labio: algo más que una úlcera

El carcinoma epidermoide de labio representa alrededor del 90% de todos los tumores malignos de la cavidad oral, con una clara predominancia por el sexo masculino (ratio hombre: mujer de 6:1), siendo más frecuente entre la 6ª y 8ª décadas de la vida.

Respecto a la etiopatogénesis, existe como siempre la influencia de varios factores, siendo los más importantes la exposición solar crónica, el tabaco, la predisposición genética (mutaciones en el gen supresor p53) y la existencia previa de lesiones precancerosas (queilitis actínica, xeroderma pigmentosum o radiodermitis crónica). La clara predilección del carcinoma epidermoide de labio por el labio inferior (80-95%) en comparación con el labio superior (2-12%) apoya la exposición solar como uno de los principales factores etiológicos. Es especialmente frecuente en personas que han trabajado en el campo así como pescadores.

Clínicamente se manifiesta como la aparición de una zona queratósica, dolorosa o no, con tendencia a la ulceración.

El pronóstico es excelente si se consigue diagnosticar precozmente, con una supervivencia a los 5 años del 90%. Sin embargo, se estima que entre un 5 y un 20% de los pacientes desarrollarán metástasis ganglionares a lo largo del seguimiento, lo que naturalmente ensombrece el pronóstico. La supervivencia a los 5 años baja al 25-50% cuando en el momento del diagnóstico se detectan adenopatías metastásicas. Diversos estudios han demostrado una relación directa entre el tamaño tumoral y la existencia de adenopatías, de manera que en pacientes con tumores clasificados como T1 (< 2 cm) la posibilidad de metástasis ganglionares en el momento del diagnóstico es muy baja. Pero además, el análisis multivariante ha demostrado una asociación significativa entre el tamaño tumoral y las recurrencias locales, así como el grosor tumoral (2 mm) y la infiltración perineural con las metástasis ganglionares. Resumiendo, que las posibilidades de recidiva aumentan (así como la probabilidad de metástasis ganglionares) con tumores de > 2 cm, pobremente diferenciados, > 6mm de grosor (raramente un tumor de < 2mm va a dar problemas), con infiltración perineural o con bordes afectos en la extirpación. Otros factores, como la edad, sexo, invasión muscular o neoangiogénesis no parecen ser determinantes en el pronóstico de estos tumores.

El tratamiento de elección es siempre la cirugía (cuando es posible, y sin que exista una clara predilección por ninguna técnica en concreto), con o sin radioterapia adyuvante, reservando la linfadenectomía para aquellos casos con adenopatías metastásicas. Desde el punto de vista meramente quirúrgico, suele optarse por una excisión en V (en tumores de < 2 cm), mientras que en defectos resultantes de > 1/3 del labio se prefieren colgajos miocutáneos de avance o la técnica de Karapandzic. No existe un claro acuerdo en los márgenes de seguridad, pero parece que de 3 a 5 mm es lo más apropiado.

Foto tomada del artículo mencionado al final. Técnica de Karapandzic

Se estima que entre un 8 y un 20% de pacientes con carcinoma epidermoide labial pueden tener micrometástasis ocultas en el momento del diagnóstico, en especial en los estadios T3 y T4, por lo que en los últimos años algunos autores proponen la realización de la técnica del ganglio centinela en pacientes con estadiajes > T2.

¿Y qué pasó con Bernardo? Pues que después de descartar adenopatías regionales y confirmar el diagnóstico de carcinoma epidermoide mediante una biopsia, fue intervenido mediante un colgajo en V con un resultado estético y funcional más que aceptable sin que por el momento se haya presentado ninguna complicación (lamentablemente, no dispongo de foto finish)

Por último, podríamos entrar en la discusión de a quién debemos derivar desde primaria estos pacientes: ¿Al dermatólogo? ¿Al ORL? ¿Al cirujano máxilo-facial? Lo cierto es que cada servicio/ hospital tiene su propia dinámica, los hay más y menos quirúrgicos (me refiero a los dermatólogos), así que depende de cada hospital de referencia. Yo diría que en este caso lo más importante es sospecharlo clínicamente, y derivarlo con carácter preferente. A partir de ahí, el médico que reciba al paciente se encargará de que éste sea intervenido lo antes posible. Los pacientes más complejos suelen discutirse en comités multidisciplinares.

Si os interesa el tema os recomiendo la lectura de este reciente artículo de nuestros compañeros del Hospital de Alcorcón o éste otro que trata sobre aspectos meramente quirúrgicos de reconstrucción de defectos labiales.

Hoy nos vamos de viaje al sudeste asiático. Os dejo con el vídeo.


southwind from zoomion on Vimeo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Una úlcera en el labio

Bernardo viene a la consulta a regañadientes: ¡Pero si a él no le duele nada! Pero el otro día su mujer le dio un ultimátum y le dijo que, o iba al médico a mirarse esa cosa tan fea que le había salido en el labio, o no le volvía a hacer paella. La amenaza surtió efecto, y ahora Bernardo está sentado delante de nosotros, moviéndose inquieto en la silla, con más ganas de salir que de otra cosa, bajo la mirada temerosa de su esposa.


Cuando empezamos a preguntarle, nos da respuestas vagas: que no sabe desde hace cuánto lo tiene (su mujer dice que más de 6 meses, posiblemente más, que el tiempo pasa muy rápido), que no crece (su mujer lo desmiente con la cabeza) y que no le duele (eso parece ser verdad, porque lo tocamos y no hace ningún gesto de dolor).

Bernardo tiene 58 años, es fumador de cigarrillos desde los 15 (aunque dice que del tabaco no puede ser porque últimamente fuma menos que nunca, sólo medio paquete al día), es hipertenso y tiene el colesterol alto (dice que es porque su mujer es una excelente cocinera), además de cumplir criterios de enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Nunca lo han operado, trabaja como conductor de autobuses y sigue sin saber muy bien qué pinta él en la consulta del dermatólogo.


Pero vamos al lío que me disperso. La lesión consiste en un nódulo indurado en el labio inferior derecho (se aprecia cómo el labio está abultado a ese nivel), y hay una costra en la superficie central, que en su margen más posterior (se ve al abrir la boca) se encuentra ulcerada. En total mide algo más de 1,5 cm. El resto de la exploración es normal y no apreciamos otras lesiones en la piel ni dentro de la boca.

Y ésta es la historia de Bernardo, al menos por el momento. Porque tiene pinta de ser sólo el principio, ¿No? ¿Qué hacemos? ¿Cremas o quirófano? ¿O hacemos una biopsia? ¿Le pedimos alguna prueba más o de momento es suficiente? Bueno, por hoy lo dejamos tranquilo, que nuestro paciente ya tiene ganas de salir a fumarse un cigarrito. La respuesta, en este link.

Y para terminar, un Timelapse nocturno de monumentos europeos. Bastante espectacular.


NIGHTVISION from Luke Shepard on Vimeo.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Pápulas piezogénicas podales: mucho nombre para tan poca cosa

Verónica tenía algo que difícilmente encontraréis en los libros de texto y que, sin embargo, no tiene ninguna importancia, al menos desde un punto de vista meramente clínico.

Estos “bultitos” en los laterales de los pies, que pueden aparecer en cualquier persona sana y que por lo general son completamente asintomáticos, reciben el nombre de pápulas piezogénicas podales. Se ponen en evidencia cuando la persona se encuentra de pie y por lo general desaparecen al dejar de apoyar el talón, en forma de pequeños nódulos blandos, desde varios milímetros, a 1 cm, sobre todo en la zona lateral interna de los talones. Algunos artículos arrojan una prevalencia de hasta el 60% en la población, y cuál ha sido mi sorpresa al comprobar atónita que yo también las tengo y no me había dado ni cuenta!!

Las lesiones casi no se notaban cuando dejaba de apoyar el pie

Como he comentado, lo normal es que se trate de lesiones completamente asintomáticas,  pero hasta en un 10% estas lesiones pueden ser dolorosas. En pacientes con enfermedades hereditarias del tejido conectivo, como el síndrome de Ehlers-Danlos, estas lesiones suelen ser más frecuentes, numerosas y de mayor tamaño.

Pero, ¿Qué es lo que son, exactamente? Pues bien, las pápulas piezogénicas podales no son más que pequeñas herniaciones del tejido graso subcutáneo a través de defectos del tejido conectivo. Cuando existe, el dolor se atribuye a la isquemia provocada por la extrusión de la grasa con su paquete vásculo-nervioso.

Sin que sirva de precedente, mis mini-pápulas piezogénicas

¿Y qué hay que hacer? Si no molesta, tranquilizar al paciente y no hacer nada. Las biopsias son innecesarias (a no ser en casos particularmente aparatosos) y no existe un tratamiento específico, aunque se han propuesto múltiples medidas, que van desde evitar estar mucho tiempo de pie, reducir los traumatismos en los pies (son especialmente frecuentes en deportistas, como corredores de largas distancias o jugadores de hockey), calcetines compresivos o, en casos más severos, infiltraciones de corticoides (con resultados más que dudosos).

De manera que estamos ante un cuadro completamente banal, y precisamente por este motivo creo que vale la pena conocerlo. A Verónica le podríamos haber ahorrado una visita al dermatólogo de haberlo conocido. Evidentemente, no le hicimos ningún tratamiento.

Agradecer a nuestro compañero Sergio Vañó, quien recientemente ha publicado un artículo al respecto en el CMAJ y amablemente me ha pasado una copia para poder ponerme al día.

¿Os he dicho alguna vez que me encantaría visitar Nueva Zelanda? De momento tendré conformarme con ver vídeos como éste...


Oneness New Zealand from Shawn Reeder on Vimeo.

sábado, 14 de septiembre de 2013

La niña con bultos en los pies

Verónica tiene 13 años y ninguna enfermedad conocida. A no ser que consideremos como enfermedad el motivo de su visita a dermatología, unos misteriosos bultitos en las caras laterales de ambos pies, concretamente en la parte posterior. Hace algo menos de un año que se los nota, aunque no le duelen ni le pican. Nunca se han inflamado, y es curioso porque se los nota sobre todo cuando está de pie; cuando se tumba en la camilla se disimulan bastante y apenas se aprecian.


Primero lo comentó con las amigas: ninguna tenía esos bultitos. Luego con sus hermanos,   y nada. Finalmente preguntó a sus padres, y la llevaron al pediatra. Y como tampoco pudo decirles a qué se debían, y tampoco había visto nunca a un niño con esas lesiones, finalmente nos la remitió.

A la exploración son esas lesiones que podéis ver (nada espectacular, lo reconozco), en forma de lesiones más grandes en la zona lateral posterior de los pies (hasta 1 cm) y más pequeñas y agrupadas en la zona del talón (confiriéndole un aspecto como abollonado), de consistencia blanda. No tenía lesiones parecidas en las zonas de apoyo, y no refería lesiones en las palmas ni en otras localizaciones.

¿Qué os parece? ¿Habíais visto alguna vez algo parecido? Los padres esperan ansiosos nuestro veredicto. ¿O hay que hacer pruebas? Lo sabremos el miércoles, permaneced atentos. O si no, en este link.

Se acerca el final del verano, pero no por ello dejamos de bucear. Hoy os dejo con un vídeo mío grabado el mes pasado, en una cueva en la isla de Dragonera y en el emblemático paraje de Na Foradada, un sitio muy especial en la costa de la Serra de Tramuntana.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Leishmania cutánea: la culpa no siempre es del perro

En el caso de Pepe, ante una lesión de estas características, el diagnóstico diferencial era realmente amplio, incluyendo un linfoma cutáneo, pseudolinfoma, otro tipo de neoplasias y, por supuesto, en nuestro medio (Mallorca, en pleno Mar Mediterráneo), la leishmania.

Hace ya algún tiempo que hablamos del botón de Oriente (aquí podéis consultar la entrada correspondiente), que es la forma más frecuente de leishmaniasis cutánea en nuestro medio, parasitosis causada por más de 20 especies de protozoos del género Leishmania transmitida por la picadura de la hembra del mosquito Phlebotomus, y aunque es una enfermedad de declaración obligatoria, parece evidente que se trata de una patología infradeclarada, al menos en sus formas cutáneas.

Los hallazgos anatomopatológicos en la leishmania cutánea van a depender del momento evolutivo de la lesión (y del estado inmunitario del paciente). Así, en las fases más iniciales se suele observar un infiltrado inflamatorio dérmico intenso y difuso, compuesto por linfocitos, células plasmáticas e histiocitos que contienen amastigotes en su interior, lo que es diagnóstico. Pero a medida que la lesión va evolucionando, se forma un infiltrado inflamatorio granulomatoso con disminución del número de amastigotes, hecho que en ocasiones dificulta su identificación. En lesiones costrosas puede realizarse un frotis y mediante la tinción de Giemsa y algo de suerte podemos ser capaces de observar el parásito. El cultivo también puede realizarse, pero en nuestra experiencia se contamina la mayor parte de las veces, por lo que en ocasiones tendremos que recurrir al diagnóstico mediante PCR de la biopsia en fresco o en parafina.

A las 4 semanas de la visita y después de una infiltración

Recientemente hemos podido leer un artículo de nuestros compañeros del Hospital Universitario de Fuenlabrada publicado en Actas Dermo-Sifiliográficas, quienes recogieron 149 pacientes diagnosticados de leishmania cutánea en el contexto de un brote epidémico durante los años 2010 y 2011. Aparte de una revisión exhaustiva de la enfermedad, me llamó la atención que se dedicaran a investigar los posibles reservorios (perros, gatos, ratas negras, liebres y conejos). Como sabéis, siempre que existe sospecha de leishmaniasis al paciente se le pregunta si tiene perros. Pues bien, en el brote de Fuenlabrada sólo el 7% de los perros investigados estaban afectados por la leishmania. Sin embargo, un 30% de las liebres estudiadas se encontraban parasitadas por Leishmania infantum.

Respecto al tratamiento, en nuestro medio el tratamiento de elección de la leishmania cutánea no complicada (lesiones solitarias de menos de 4 cm) sigue siendo la administración intralesional de antimoniato de meglumina (Glucantime®). Otros tratamientos descritos son la crioterapia, el imiquimod tópico al 5% y otros, con resultados clínicos más variables.

Las indicaciones de tratamiento sistémico en la leishmania cutánea son:
  • Lesiones de gran tamaño (> 4 cm)
  • Lesiones múltiples (>5)
  • Ausencia de respuesta al tratamiento tópico
  • Signos de diseminación locorregional
  • Pacientes inmunodeprimidos (VIH, trasplantados)
  • Lesiones en cara, orejas, manos y pies (esto es más relativo)
Y en caso de precisar tratamiento sistémico, éste puede realizarse también con antimoniales (Glucantime intramuscular, aunque deberemos tener en cuenta sus posibles efectos adversos, que pueden ser potencialmente severos), itraconazol oral o anfotericina B liposomal.

En el caso de nuestro paciente, y dado que ya lo sospechamos de entrada, realizamos una primera infiltración en el momento de la biopsia (aprovechando la anestesia local) y cuando vino a buscar el resultado 4 semanas más tarde la lesión había involucionado completamente (en ese momento realizamos una segunda infiltración sin que observáramos recidivas). Pero la biopsia demostró una dermatitis granulomatosa no necrotizante sin que pudiéramos observar amastigotes. Esto nos lleva a revisar un interesante artículo de nuestros colegas del Hospital del Mar y el más cercano Hospital de Manacor publicado el 2009 en el Br J Dermatol. en el que incluyeron 25 biopsias de dermatitis granulomatosa no diagnósticas de leishmania. Pues bien, la PCR de Leishmania fue positiva en 13 de ellas (52%), lo que nos viene a decir que seguramente hay más leishmania de lo que pueda parecer, y que especialmente en nuestro medio, es una entidad a tener muy en cuenta. A Pepe no le hicimos PCR (ya vino curado), pero podría decirse que realizamos el diagnóstico ex juvantibus.

Hoy nuestro Timelapse es de un mosquito, cómo no. No es un Phlebotomus, pero es lo más parecido que he encontrado. El macro es impresionante...


Mosquito from Amprods on Vimeo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Un grano sospechoso

Cuando Pepe entra en la consulta, salta a la vista que está asustado. Y es que eso que le ha salido en la cara no puede ser nada bueno. Está convencido de que tiene algo malo. Y sólo tiene 50 años, y hasta ahora estaba completamente sano. Además, si no llega a ser por ese “grano” que le salió hace casi dos meses, iría todo fenomenal.



Pepe trabaja cuidando una finca en el campo, de manera que está casi todo el rato al aire libre. Su mujer siempre le dice que se ponga fotoprotector, pero él casi nunca se acuerda.

Pero lo que nos ocupa hoy es ese nódulo de más de 2 cm, de consistencia firme, eritematoso, no pigmentado ni ulcerado, que se localiza en la mejilla izquierda de nuestro paciente.

Parece claro que algo hay que hacer. Probablemente hoy el diagnóstico diferencial sea bastante amplio, así que me imagino que optaréis por realizar alguna que otra exploración complementaria. ¿Qué pensáis? ¿Podemos tranquilizar a Pepe? ¿O esperamos al resultado de las pruebas? Por cierto, ¿Qué pruebas? ¿Y el tratamiento? ¿Hacemos algo ya o esperamos al resultado?

Intentaremos resolver todas estas dudas el miércoles o haciendo clic en este link. Mientras, os dejo con este Timelapse de la lluvia de Perseidas de este año en el Parque Nacional Joshua Tree en California. Realmente espectacular.


Joshua Tree during the 2013 Perseid Meteor Shower from Henry Jun Wah Lee / Evosia on Vimeo.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Queratolisis punctata = sudor + bacterias

Los misteriosos cráteres que presentaba Tomeu en las plantas de los pies correspondían en realidad a lo que los dermatólogos denominamos una queratolisis punctata (pitted keratolysis, en inglés), entidad descrita por Castellani en 1910 bajo el nombre de “keratoma plantare sulcatum”.

La queratolisis punctata tiene una distribución mundial, aunque es más frecuente entre quienes van descalzos en regiones tropicales o personas que trabajan con calzado de seguridad. La prevalencia real en países europeos se desconoce, aunque sí se sabe que es una entidad muy frecuente, con prevalencias del 1,5% en Japón y 2,25% en Nueva Zelanda. Sí que hay estudios que dicen que más del 50% de los militares se encuentran afectos, y más del 13% de los atletas. No existe ninguna predilección por raza y es más frecuente en verano. Puede afectar a cualquier edad, aunque es más frecuente en adultos jóvenes y sí existe un claro predominio masculino.

Pero, ¿qué es lo que lo provoca? Desde un punto de vista etiológico se considera que la queratolisis punctata corresponde a una infección de la capa córnea por Micrococcus sedentarius (actualmente renombrado como Kytococcus sedentarius, una bacteria grampositiva relacionada con los estafilococos), Dermatophilus congolensis (un bacilo grampositivo) y Corynebacterium sp. En condiciones apropiadas (oclusión prolongada, hiperhidrosis, aumento del pH de la superficie cutánea) estas bacterias proliferan y producen proteinasas que destruyen el estrato córneo, produciendo esos cráteres o “pits”. El mal olor que pueden referir esos pacientes se cree que es debido a la producción de compuestos azufrados por parte de estas bacterias.

Típica imagen de queratolisis punctata que corresponde a otro paciente

Clínicamente estos pacientes pueden manifestar hiperhidrosis, mal olor y, a veces, prurito o escozor al caminar, aunque la mayor parte de los casos son asintomáticos. Las lesiones corresponden a numerosas depresiones superficiales circulares, a veces coalescentes, de 0,5 a 7 mm de diámetro, sobre todo en las zonas de apoyo de las plantas de los pies. Aunque raro, se ha descrito también la afectación de las palmas de las manos.

El diagnóstico es sencillo y “de visu” (si se conoce la entidad, claro), aunque en ocasiones algunas lesiones puntiformes pueden confundirse con verrugas plantares. El diagnóstico diferencial puede ampliarse en ocasiones con poroqueratosis, síndrome del nevus basocelular, queratosis por arsénico, tungiasis o queratolisis exfoliativa.

¿Y la biopsia? Pues aunque casi nunca va a ser necesaria, los libros dicen que la histología revela un cráter limitado al estrato córneo, con bacterias (cocos) en la base y en la periferia.

Si disponemos de luz de Wood y no tenemos nada mejor que hacer, podremos comprobar como el área afecta emite una fluorescencia característica rojo-coral. Para confirmar el diagnóstico podríamos realizar un cultivo bacteriológico, pero tampoco tiene demasiado sentido como no sea con fines académicos.

Así que mejor vamos a lo más interesante (al menos para nuestro paciente): el tratamiento. Pero antes que eso, mejor la prevención, ya que si es posible deberemos evitar los calzados más oclusivos o que originen fricción, llevar calcetines de algodón y cuando la temperatura lo permita, calzado abierto. Podemos recomendar un jabón antiséptico, y en muchas ocasiones puede ser útil la asociación de tratamientos antitranspirantes.

Desde el punto de vista terapéutico, los antibióticos tópicos son fáciles de utilizar y eficaces. Se recomienda utilizar eritromicina 1% (en solución o gel), clindamicina, ácido fusídico o mupirocina. Otros tratamientos, como corticoides tópicos, ácido salicílico, glutaraldehído, tintura de Castellani, gentamicina, clotrimazol o miconazol se han utilizado clásicamente, aunque con peores resultados en general.

El pronóstico es excelente, y si el paciente realiza correctamente el tratamiento las lesiones (y el olor) deberían resolverse en 3-4 semanas. Otra cosa es la tendencia a la recidiva si persisten los factores que favorecen la infección, aquí entrarían de nuevo las medidas preventivas. Por si os habéis quedado con ganas de más, aquí os dejo un artículo bastante sencillo pero que lo explica muy bien.

Y eso es todo, un caso fácil de diagnosticar, muy adecuado para los meses de verano. En el caso de Toméu le pautamos eritromicina tópica. Queremos pensar que le fue estupendamente (no volvió a la revisión). Y ya que estamos con un caso pediátrico (aunque extrapolable perfectamente a adultos), hoy os dejo con este Timelapse realizado en Disneyland.


Welcome to The Magic - A Disneyland Timelapse from Givot on Vimeo.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Marca personal y marca profesional: ¿Juntas y revueltas?

En general no me gusta alterar la dinámica del blog. Es de las pocas cosas que me tomo en serio. Pero el tema de este mes de #Carnavalsalud en la Wikisanidad me tienta, así que aprovecho este espacio para reflexionar sobre el tema. Porque, a diferencia de otros que defienden una postura u otra de manera vehemente, yo no tengo las cosas tan claras. De modo que hoy no vamos a hablar de dermatología, sino de marca personal y marca profesional (cosas que, por otra parte, no tenía ni idea de que existían hasta hace poco más de dos años).

La pregunta en concreto es la siguiente: ¿Consideras conveniente disponer de dos perfiles diferentes? Pues si nos leemos con detenimiento las Guías de usos y estilos de la Consejería de Salud de Andalucía, así de entrada parece una barbaridad mezclar lo personal con lo profesional. Debo estar haciéndolo fatal: en Twitter pongo desde vídeos de buceo hasta mis experiencias culinarias, pasando por información sanitaria diversa e incluso mi osadía me lleva a comentar partidos de fútbol (pobre Mallorca…) o carreras de Fórmula 1. Alguna vez se me escapan comentarios sobre política (y eso que intento evitarlo, pero la actualidad es tentadora) o mi particular lucha contra la tipografía Comic Sans (esto ya es el colmo, lo sé). Lo que no sé es cómo cada día cae algún nuevo follower y cómo los que ya tengo no se han vuelto locos.

Cosas que puede traerte a la consulta un paciente-follower

¿Debería separar todo esto en dos cuentas? Quizá sería lo más razonable, atendiendo a los expertos en el tema. Lo que ocurre es que a mí no me sale. Yo no soy “sólo” dermatóloga, hay alguien detrás, y considero que mi yo-dermatológico puro sería un aburrimiento. Existen muchas cuentas de dermatólogos que sólo hablan de dermatología. Lo respeto. Es más, los admiro. Pero yo no puedo.

Evidentemente hay líneas que no deben traspasarse: las que marcan el sentido común, la Ley Orgánica de Protección de Datos y el Código Deontológico. Seguro que más de una vez he metido la pata (la metemos en el 1.0 y el 2.0 no va a ser una excepción, aunque el fenómeno amplificador asusta), pero intento guiarme por esos códigos de conducta autoimpuestos.

Hacer las cosas de esta manera me ha reportado cosas buenas y otras que no lo son tanto. Vamos por partes:
  • Lo bueno es que tengo la percepción (me puedo equivocar, pero así me lo ha transmitido mucha gente) de que mostrándome en todas mis facetas soy más transparente y, por tanto, percibo que en un momento dado puedo transmitir más confianza o incluso una mayor credibilidad. Y eso es gratificante.
  • Lo malo, aunque con matices, son las situaciones algo esperpénticas que se dan en ocasiones en la consulta cuando viene algún seguidor mío de Twitter y en medio de la consulta empieza a preguntarme por cómo fue el buceo del sábado o si el sushi del otro día estuvo rico. Creedme: la auxiliar flipa mucho y eso puede crear una situación algo incómoda o alterar de alguna manera la relación médico-paciente. Pero también me ha aportado momentos entrañables en la consulta, así que tampoco lo considero negativo del todo.
Pero me da igual, no podría hacerlo de otra manera, aunque fuera la correcta. El que quiera recibir sólo las actualizaciones de Dermapixel y cosas serias, que contacte por LinkedIn. Para los de Twitter, es lo que hay. Lo que está bien y lo que está mal, no lo sé. Preguntádselo a otro.

Y atentos el miércoles a la solución del caso de esta semana, no os vayáis a despistar.